sábado, 15 de diciembre de 2018

30 aniversario de la ACCEC


Se han oído cosas curiosas en la primera mesa redonda de la reunión de hoy de la ACCEC, que celebraba su 30 aniversario.
Esteve Riambau, que fue entre los presentes su presidente más antiguo, ha empezado hablando, como había prometido, de José Luis Guarner, quien fue el primero de todos. En la primera ronda, como los otros dos, ha dado algún dato sobre la historia de la entidad. Estamos hablando, para no caer en el culto a las siglas que tanto dificultan todo, de la hasta hace poco Associació Catalana de Crítics i Escriptors Cinematogràfics, que tras la última asamblea pasó a llamarse “Associació Catalana de la Crítica i l’Escriptura Cinematogràfica”, dentro de este proceso por la igualdad de oportunidades y presencia de la mujer que avanza pasando por encima de posibles incorrecciones gramaticales, porque no es la escritura la que se asocia, sino los que la ejercen, como diría Fernando Puerta, uno de los últimos directores de la ETSEIB, que no consiguió convencer de que no podía ser una Escuela de ingeniería, sino de los que iban a ejercerla en el futuro.
Hecha esa navegación que me puede ocasionar algún que otro mamporro, a lo que iba: Riambau ha explicado que la ACCEC se inauguró en el cine Alexis, tras reuniones en casas particulares y en el Colegio de Periodistas. Que inmediatamente la Asociación entró a formar parte de la Fipresci, abriendo acceso a críticos no catalanes, como Ángel Fernández Santos y Carlos F. Heredero, que fueron al Festival de Cannes bajo su paraguas.
Su objetivo inicial era dignificar la crítica cinematográfica, que en los 60 y 70 vivía una confrontación desigual entre la de los diarios, aún ocupada mayoritariamente por bastantes carcamales franquistas, y la de ciertas publicaciones progresistas.
Carlos Losilla, deudor de sus intereses, ha destacado de su breve presidencia (1999-2002) que se trató de un cierto momento de cambio, hacia nuevos cineastas de su agrado, y de cambio generacional.
José Enrique Monterde ha bajado las perspectivas y objetivos de su larga presidencia poniendo los pies en el suelo: Mantener la supervivencia de la Asociación, no retroceder de lo ya conseguido. Se empezaron también, ha continuado, a organizar talleres de crítica cinematográfica o proyecciones de cine catalán con audiencia internacional en el lapso de tiempo entre los festivales de San Sebastián y Sitges.
Por su parte, la actual presidenta, Marta Armengou, ha comentado que está sorprendida de la mucha gente que solicita ahora entrar en la Asociación, para iniciar a continuación los temas que han centrado el resto de la conversación: Los nuevos medios y canales, con internet a la cabeza, el peligro de la frivolización del lenguaje de los escritores cinematográficos, etc.
Eso de la banalización del discurso cinematográfico lo han señalado todos (y la siguiente mesa redonda lo evidenciaría aún más) como el tema más preocupante. ¿En qué está desembocando todo eso tan nuevo y tan fresco? -se ha preguntado Carlos Losilla-.
He anotado unos cuantos temas adicionales de interés, que paso a apuntar ya esquemáticamente:
- El de esa longitud de los escritos antes limitada a libros, ahora permitida por internet.
- El peligro señalado por Monterde que asoma por blogs y otros medios de internet: un terrible narcisismo, arrastrado en muchas ocasiones a la que ha llamado la “Política del descubrimiento”: Todos quieren descubrir a un nuevo autor.
- La existencia mayoritaria de trabajos en libros no remunerados, pero en los que se ha de caer sí se quieren hacer méritos universitarios. Tras el ejemplo señalado por Monterde, Riambau ha apuntalado la cosa, diciendo que escribir en una revista indexada te puede costar 2000 euros...
- Un Losilla, luego seguido por todos los demás, preocupado por esa tensión entre el pasado y la actualidad, entre las bases del lenguaje del cine y su expresión actual.
- Y Riambau, sabedor de estas cosas por su puesto en la Filmoteca, señalando que todas las nuevas visiones de obras recuperadas recientemente deberían permitir, cosa que no se hace, repensar y reescribir la historia del cine.


 

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