Como me pidieron presentar “Taste of cement” (Ziad Kalthoum) en la sesión de hoy de la Semana del Cineclubisme que está teniendo lugar en la Filmoteca, podría contar algo de lo que he dicho, mezclado con lo que hemos hablado a su finalización unos pocos. Pero le doy algunas vueltas.
Tenia miedo que desertase parte de la parroquia reunida, porque es de esos largometrajes que requieren una cierta paciencia: Los encargados de los subtítulos han debido trabajar muy poco, porque son escasas las apariciones de una voz en off que da la nota personal del documental y que centra en un contexto general, tabulado, lo que vemos. Para compensar, la banda sonora, con ruidos ambientales de tanto en tanto ligeramente manipulados para que ofrezcan un sonido de fondo como espectral, es prácticamente continua, con algún silencio que prolonga la sensación. Por último, unas cuantas imágenes subyugantes, tanto del rascacielos de Beirut en el que trabajan unos cuantos refugiados sirios como las recogidas desde un carro de combate en medio de las calles de una ciudad destruida, pueden colaborar a ese manto envolvente que, salvo rechazo visceral, puede acabar conquistando a la audiencia.
Film político que es también film de arte, film global sobre la guerra, la opresión laboral y social que es también un film personal, “Taste of cement” es un film construido sobre continuas dualidades, entre las cuales una básica que forma un ciclo continuo, aparentemente sin fin: construir, destruir. Y vuelta a empezar.
Está en el catálogo de Filmin, pero como se verá por varios cineclubs catalanes, yo le daría una oportunidad en alguno de ellos que la programe. Es de esas películas a ver en pantalla grande. Y con buen equipo sonoro.
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