Pues sí. Yo también he ido a ver “El reverendo” (“First reformed”, 2017) y estoy de acuerdo en que renueva el interés por las películas de Paul Schrader, en que tiene una media hora final que parece irse hacia otro tipo de cine y en que con su plano final recupera del todo el pulso.
Sin desvelar apenas nada de la trama: Nada más arrancar me parecen magistrales, desde su cuidadosa escritura de diario, esos flashes para que veamos (unos segundos, pero largos, no la cosa nerviosa que estila el efectista cine americano actual) y nos hagamos idea de los cuatro gatos que acuden a su iglesia o la áspera soledad que ofrece ese inserto de su habitación, con una cama en perfecto estado de revista... y luego deshecha a medianoche, por insomnio.
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