miércoles, 5 de julio de 2017

Las desaparecidas de Saint Agil

Uno de los duelos Michel Simon (algo apagado, salvo en una borrachera sonada) y Von Stroheim.
Si se está atento, en TV5Monde puede pescarse de tanto en tanto (desgraciadamente, muy de tanto en tanto) alguna película clásica. Esta semana ha sido "Los desaparecidos de Saint Agil" (Christian-Jaque, 1937). Historia de aventuras en un pensionado, en el que desaparecen uno a uno sus alumnos, si no la veo como una de esas que iba a ver con fruición la pandilla de mi padre en su cita semanal con el cine - porque tendría todos los números-, es porque en ese preciso año por aquí ya no estábamos para esas cosas.
La sala dormitorio, gran protagonista de la función.
Tres alumnos son los protagonistas que van esfumándose. Se reúnen por las noches en el laboratorio de Ciencias Naturales para discutir sobre sus planes de viajar a explorar América. Tienen un profesor de Dibujo -Michel Simon- que le da a la bebida, y está siempre discutiendo con un misterioso profesor de Literatura Inglesa -Erich von Stroheim- que quisiera dar a conocer H.G.Wells, pero se ve forzado a hablar de Shakespeare. La pieza del internado más resultona es, sin duda, el espacioso dormitorio, en el que un conjunto de cortinas laterales separa el amplio pasillo de las camas en las que duermen los alumnos. Una sala dormitorio que está a cargo de un profesor vigilante con insomnio, que detesta que se hable a medianoche.
El encargado del colegio es hombre de todo, y vende chucherías a los niños en el patio. A la derecha, el trío de la bencina: los imaginativos y activos protagonistas.

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