miércoles, 26 de julio de 2017

The seasons in Quincy: Four portraits of John Berger

La mesa del comedor, lugar de proximidad.
Lo primero que cautiva de "The Seasons in Quincy: Four Portraits of John Berger" (Tilda Swinton, Christopher Roth, Bartek Dziadosz, Bartek Dziadosz, 2016. En Filmin) es ver al recientemente fallecido John Berger y a Tilda Swinton, ambos sentados junto a una pequeña mesa de madera, ella preparando los ingredientes de un pastel, él dibujando algo, escuchándose y sabiéndose escuchados. Él arranca con sus primeros recuerdos de su padre, a los que ella sigue explicando sus orígenes familiares, sentando que eso de que ambos sean hijos de militares que nunca les hablaron de sus guerras es una cosa más de las que los une. Después, las historias siguen.
El taller, con vistas al valle.
Los entusiastas de Berger deben ver esta película, en la que van saliendo frases, pensamientos, descripciones, historias de sus libros, a la vez que está trufada de dibujos o pinturas suyas, que acaba de hacer o qué se reparten por la casa entre su vivido, esencial contenido. Pero no sólo ellos. A Quincy, en un agrícola y ganadero valle alpino, fue a vivir John Berger con su mujer en los 70, para entender el ciclo de la vida con la misma sencillez con la que, al final del film, el hijo de Berger, nacido en el valle, se lo explica a los hijos de Swinton, en el último capítulo del film, "The Harvest", la cosecha. Se hace en él evidente el doble sentido de la palabra, con esa continúa herencia de todo tipo recibida.

Los hijos de Tilda Swinton recogiendo las frambuesas de las matas plantadas en su día por la mujer de Berger, dispuestos a cumplir su hermosa petición.
ntima, cálida, siempre intentando trasmitir sensaciones, raramente los que no llegamos a conocer directamente a John Berger tendremos una oportunidad mejor de sentirlo tan cercano.

John Berger recibiendo y agradeciendo en París un regalo de los hijos de Tilda Swinton.


No hay comentarios:

Publicar un comentario