martes, 25 de julio de 2017

Esposas de dictadores

Como una adorable monja retirada, Nexmije Hoxha, más sabida que nadie, responde a las preguntas con convicción y autoridad.
No estoy muy convencido de la forma (gran desequilibrio entre el nivel de las personas que hacen declaraciones, continuos golpes de efecto, subido protagonismo) en que Joel Soler hace sus reportajes y, sin embargo, qué buena idea esa suya de hacer una serie sobre las esposas de los dictadores, entrevistándolas a ellas, si posible. Si están vivas, tras bastante insistencia y un poco de suerte en el punto de aproximación, por muy retiradas del mundo que estén, o quizás por eso mismo, suelen buscar ese rinconcito público para mostrarse y soltar todo lo que las circunstancias les han obligado a retener y guardar para sí. No callan, y suelen ser sus declaraciones de lo más reveladoras, sobre ellas en primer lugar, sobre sus maridos en segundo lugar, y sobre su país y un mundo que se descubre totalmente desquiciado como trasfondo.
No sé si bebida o con el efecto de alguna pastilla antidepresiva dentro, Imelda Marcos ejecuta, satisfecha, su alegre representación.
La televisión es en verano pasto de las reposiciones, y en La 2 vuelven a pasar, en "Documaster", "Esposas de dictadores". Vi anoche su primer capítulo -que creo que pasó el domingo- y, una vez más, quedé fascinado por los momentos en los que mujeres como Nexhmije Hoxha, con distancia pero con convicción, valoraba su "discreta" actuación en Albania, "consciente de su deber", o cómo Imelda Marcos, ya de vuelta de todo, señalaba los Picasso, Goya o Miguel Ángel de su salón y, divertida, hablaba sobrada de todo lo que llegó a imponer a su marido.

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