Es Catherine Samie, de la Comédie Française, en su papel. Aparece así, en planos medios o primeros planos, o sólo su sombra o varias sombras. En un espacio muy amplio, de techo invisible muy alto, se va registrando su monólogo. Corresponde a una larga carta, insertada en medio de la trama de "Vida y Destino", de Vasili Grossman. Ana Semionovna, doctora ucraniana, le explica a su hijo en la carta los acontecimientos que le han sucedido en los últimos tiempos. La llegada a su ciudad de los alemanes y cómo cayó entonces en la cuenta de su condición de judía y lo que eso le iba a significar. Cómo, al igual que los otros judíos de la localidad, ha sido confinada en un ghetto. Cómo ve que reacciona la gente -no judíos y judíos- con ella. La vida en el ghetto, los rumores, el optimismo insensato que muestran todos, ocultándose la realidad.
"La dernière lettre" (2002) es una película totalmente diferente de las otras realizadas por Frederick Wiseman. Es, para empezar, su primera película francesa. Dura sólo una hora, y sólo aparece en ella esa única persona, hablando. Recoge un relato estremecedor, pero nunca melodramático. Tiene, aún dentro de lo atroz de lo que cuenta, unos extraordinarios retratos psicológicos, inteligencia y, aunque parezca increíble, hasta humor. Te deja mudo. A la salida he coincidido con un amigo en que debiera pasarse de forma obligatoria en las escuelas para dar a conocer cómo se inició y desarrolló el calculado exterminio judío, pero también cómo se detectan las miserias y las inesperadas fortalezas de las personas ante una situación tan extrema.
La vuelven a pasar el próximo miércoles 18 en la Filmoteca. Es un film -supongo que previamente una obra de teatro- que creo que debiera ser visto y atesorado por todos los amantes del cine y del teatro. O de la buena literatura. Del cine, teatro, literatura que ayuda a entender las cosas.
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