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Pere Portabella, tras la proyección del pase de prensa de ayer, en el Verdi.
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Sabiendo que, como la de la época de la transición, se trata de una película sobre el estado de la cuestión política española del momento, era relativamente fácil prever qué grandes temas trataría el nuevo "Informe General" de Pere Portabella. La eclosión de la política entre la gente -harta del sistema actual-, nuevos grupos políticos surgidos de la indignación, la corrupción de los partidos tradicionales,... Sólo sorprende -muy agradablemente- dando también voz sobre la situación actual a los científicos.
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En el pasillo/vestíbulo del cine, durante una entrevista.
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Pero lo importante, además de los temas escogidos, es cómo presenta todo ello, de qué forma está hecha la película. Y es ahí donde, sobre todo en su primera media hora, he disfrutado de lo lindo, viendo que el nuevo Informe General es merecedor de un análisis detallado plano a plano, siempre tan productivo como lo era el que se podía hacer con su documental de hace 40 años y, en general, sobre toda la obra de su autor, que en los 70 nos conducía a entender que se podía hacer un cine político a partir de una puesta en escena ella misma política... y plenamente cinematográfica.
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Marina Garcés e Itziar González, tomando un té en una cafetería, frente al Museo Reina Sofía.
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Recuerdo pocas cosas del documental de los 70, "Informe general sobre unas cuestiones de interés para una proyección pública". Una de ellas que entrevistaba, con gran ojo, a los que iban a ser extra-parlamentarios en un terrado, a la intemperie. Otra, imborrable, era la aproximación inicial de la cámara, con la obsesiva música de Carles Santos de banda sonora, hasta el Valle de los Caídos, donde hacía poco que habían sepultado a Franco bajo una pesadísima losa. Quería ver cómo enlazaba las dos películas, y nada más arrancar esta última he encontrado la respuesta. En vez de la música de Santos, se oyen los ensayos de una orquesta previos a un concierto. Poco después, en el fondo del plano, en un edificio de enfrente del Reina Sofía (porque como hombre de cine comprometido con el arte, inicia su película con reflexiones políticas desde el mundo del arte, de la misma forma que aparecen siempre referencias a los elementos cinematográficos que están dando lugar al documental) se ven corretear a unas personas sobre una azotea...
La película está trufada de detalles constitutivos que te hacen elevarte dos o tres centímetros de la butaca, de satisfacción, cuando los pescas, porque nada es gratuito, todo está escogido por su significado: Las primeras imágenes son de Barcelona, con edificios en construcción, a medio hacer. Hay un corte y vamos a Madrid, donde todo lo que se ve está totalmente consolidado. Más adelante, un par de personajes -creo que Borja-Villel y Antonio Negri, pero quizás eran otros- hablan mientras recorren las lindes del edificio nuevo del Sofidú (la confrontación entre la Institución y su exterior está siempre presente; ellos están en el filo), donde tiene lugar un encuentro internacional de pensadores. En un momento dado, si te fijas bien, pasan delante de una puerta donde, medio escondidas, se están entablando otras discusiones marginales: en la puerta, una hoja de papel pegada con una cinta adhesiva enseña un "Commons" escrito a mano. Itziar González y Marina Garcés aparecen hablando en catalán en la plaza delantera del Museo Reina Sofía: cae la lluvia sobre ellas. Pasado el tiempo, cuando se habla de la corrupción se reproducen imágenes de vehículos de limpieza, enseñando cómo hacen su trabajo.
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Un plano cenital del Consejo Ciudadano de Podemos
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Tras el pase de prensa del documental ayer en el cine Verdi, para que hablara un poco de todos estos encajes sobre lo que se está diciendo en el film, de cómo se dice y dónde se dice, le pregunté a Portabella por qué había situado a los científicos del CSIC en ese entorno tan hostil en que aparecen. No hacían falta muchas explicaciones: le ofrecieron grabarlos en la cantina, lo que le sonó bien. Los situó, pues, de forma irregular, en una sala con dos de sus paredes forradas de máquinas dispensadoras de productos de multinacionales, y otra pared repleta de recipientes de acumulación para el reciclaje.
A la salida del cine, un cartel de la película, cuyo nombre completo es "Informe General II. El nuevo rapto de Europa", tenía una pegatina anunciando su fecha de estreno: 5 de febrero. Vale la pena pasarse por el Verdi a verla, abriendo los ojos, y siguiendo su relato por sus múltiples lenguajes.
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