domingo, 23 de agosto de 2015

Mr. Holmes


No es de Holmes. Es otra cosa. Lo de Holmes es la excusa, como parece que era en la novela en la que está basada, para hablar de cómo ataca la vejez, de cómo se produce ese combate que no se puede sortear contra la pérdida de memoria. Quizás porque me atañe bastante todo esto me ha interesado lo suyo este "Mr. Holmes" (Bill Condon, 2015), que ha cosechado críticas que la dejan, como máximo, en correcta. Todas, eso sí, destacando la performance de Ian McKellen encarnando a su personaje central. Y es que le oyes respirar, le ves su esfuerzo para moverse y sientes una cosa y otra como propia.
Parece, de todas formas, que la píldora de la habilidad de Holmes para solucionar acertijos (hay dos o tres en la película, y una vez resueltos -entonces sí- asombran por su sencillez) no ha atraído al público, pese a tratarse de una película es verdad que sin alardes de puesta en escena, pero de las sólidas, con presupuesto. En la sala grande del Verdi, segunda sesión de hoy domingo, he contado que éramos unos quince espectadores: la ruina. Aunque probablemente no sea atribuible a que la gente rehuya el tema real, que deben desconocer. Debe ser una muestra más de la irremisible muerte de las salas de cine como objeto de ocio, de entretenimiento, de conocimiento, de lo que sea que ya no es.
Pues mira. Todos los que no la han ido a ver se han quedado sin apreciar, dentro de la tapadera de tema, el descubrimiento y reivindicación de la humanidad de Sherlock Holmes, siempre muy maltrecha por Conan Doyle.

No hay comentarios:

Publicar un comentario