Es hasta habitual toparte con gente que te dice que, en cine, le gustan “los clásicos”, pero, ahondando un poco, descubres que se están refiriendo a realizadores como Spielberg. Un clásico podría ser, en realidad, “La saga de Gunnar Hede” – o “La vieja mansión”, nombre por la que también se la conoce-, una película que hizo en 1923 Mauritz Stiller, y que es reconocida como uno de sus grandes films, que le llevaron poco después con su protegida, Greta Garbo, a Hollywood. La han pasado hoy en el “Aula de cinema” de la Filmoteca.
La trama, basada en una novela de Selma Lagerlöf, es muy simple, a la vez que resulta un subido melodramón… que acaba bien: Un chico, amante del violín por encima de todas las cosas (tiene un cabello muy adecuado para violinista, que luego resulta así mismo adecuado para hacer de loco), se lleva mal con su madre, que le obliga a llevar la explotación de la casa familiar, haciéndole olvidar su temperamento artístico. (Muy llamativa la equivalencia con la historia personal del adolescente Stiller). Fascinado por la figura de su abuelo, un violinista que se enriqueció conduciendo un ganado de renos desde el círculo polar, intenta emularlo, pero las cosas no le salen como preveía.
La foto que cuelgo es la de una de las primeras escenas llamativas del film: El iris del objetivo de la cámara aísla a la chica que toca el violín, objeto de la atención del protagonista. A continuación aparece, en conversación, su figura atrapada por un angélico flou envolvente, correspondido (su mirada) por el del chico. Ella, por cierto, es hija de unos grotescos y ancianos saltimbanquis, muy divertidos, y que proporcionan una serie de escenas bastante insólitas en melodramas como éste.
La película está llena de otras escenas e imágenes atractivas: Un curioso documental sobre un rebaño de renos cruzando un río (entrelazado con imágenes de los protagonistas con el reno que figura que guía a todo el rebaño), diferentes sueños visualizados, reflejos en lagos y ríos (ver la siguiente imagen)
Hay un reflejo del protagonista muy poco probable, viéndose en el lago desde un risco, y éste, más realista..sin dejar de ser muy luminoso: |
Pero si debiera quedarme sólo con una, lo haría con otra de la chica del violín. La cámara la encara y envuelve de forma cercana, para ir retrocediendo ante el avance de ella, que toca de forma convencida y penetrante el instrumento. Una magnífica manera de hacer visualizar la música para una película muda…
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