jueves, 13 de abril de 2023

Cahiers -Quintana- vs Positif -Riambau-


Un poco como la pareja de “Les sieges de l’Alcázar” (Luc Moullet, 1989), que fue precisamente evocada, a la izquierda Àngel Quintana, cahierista confeso, a la derecha Esteve Riambau, devoto del Positif, pero departiendo sin problema, con experiencias similares.
Fue ayer, en la biblioteca de la Filmoteca, con motivo de la presentación de “Sempre tindré Paris” (Àngel Quintana, L’Avenç, 2023), un libro, según su autor, más de reflexión -cosa que se le suele dar muy bien- que de memorias -cosa que averiguaremos pronto qué tal se le da-.
Ya veremos qué depara su lectura, pero por lo que explicó ayer Quintana en esta etapa de su “Never ending tour” -no perdió la ocasión para recordarnos que es un forofo de Dylan-, el texto es deudor de dos lecturas suyas recientes: la de la escritura del yo de Annie Ernaux, siempre más pendiente de los pequeños hechos de la vida cotidiana que de los grandes acontecimientos, y la novela de aprendizaje a lo Balzac: como el Lucien de Rubempré de “Las ilusiones perdidas”, él sería en el libro el provinciano que se dirige a Paris, para ver de vivir en la Corte.
Habrá que proceder a la lectura pescando las referencias literarias (Rayuela, Benjamin, Perec) y literarias (“Un americano en Paris”, “Ninotchka”) que nos comentó estructuran la escritura y la cruzan -esas y otras ayer no comentadas- por todos lados.
Según su cálculo 90% con hechos verídicos más o menos novelados, 10% dando cuerda a la fantasía, lo cierto es que la base de “Sempre tindré Paris” es la privilegiada mili que hizo en la capital francesa, acompañado de su amigo el también periodista Miquel Riera, cuando, en 1984, la fortuna le ofreció una de las bolas del bombo que estaban marcadas con el bonito calificativo de “excedente de cupo”.
Al final del libro, tras los agradecimientos, siete páginas registran los “materiales referenciados”. En ellos aparecen títulos de libros (presididos, es verdad, por varios de Balzac), películas (de “À nos amours” a “Zéro de conduite”), canciones (de “À une pasante” -Léo Ferré- a “The passenger”, de Iggy Pop), obras de teatro (del “1789” de Arianne Mnouchkine al “Tannhäuser” de Wagner dirigido por Istvan Szabo) y pinturas (como el “Bal du Moulin de la Galette” o varias de Balthus).
Dicho sea esto último para abrir boca, aumentando el apetito de un manjar que promete.



 

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