Conversación técnica entre cerebros de chorlitos.
Me he saltado con dos películas de Frederick Wiseman de las ahora colgadas en Filmin el orden cronológico que quería respetar entre las que me faltaban por ver, porque eran ya de las larguísimas (espero tiempo más propicio, como unas vacaciones de Semana Santa, verano o algo así), y he llegado a “Boxing Gym” (2010), pese a que trata un tema que no me interesaba lo más mínimo. Pero por algo es Wiseman, un documentalista que sabe estimularte la curiosidad ante lo que sea con tal de ser él quien explore y te presente lo detectado.
En este caso no se trata de una gran institución oficial la que acogió a Wiseman con su equipo por una larga temporada, pero sí supongo que se tratará de toda una institución en su mundo, el Richard Lord’s Boxing Gym de Austin (Texas).
Primera conclusión: que las mujeres han logrado introducirse y alcanzar una buena cuota de presencia en un ambiente que parecía estarles vedado. Claro que no sé si esa conquista les será de provecho, pero ahí está. Y no sólo se da la sorpresa de verse mujeres en el gimnasio de Richard Lord, ubicado en una escondida y anodina nave industrial de la ciudad texana. Por el documental también vemos un anciano practicando, y diversos niños, hasta un bebé. De modo que puede ser considerada una afición familiar…
Recogiendo muchos menos diálogos que otros de sus documentales (pesca al vuelo, eso sí, uno sobre una matanza de esas allá casi habitual en la escuela de ingeniería local), con apenas una escena “de oficina”, en la que el patrón plantea los requerimientos del gimnasio a un nuevo candidato, he presenciado en cambio un montón de ejercicios de brazos, de piernas, de cuerpo entero y, sólo al final, de boxeo en un ring.
Ya tengo, creo, bastantes nociones teóricas sobre la materia. Ahora sólo me hace falta ponerlas en práctica.
Parece que el gimnasio se trasladó…
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