martes, 8 de diciembre de 2020

La seguridad interior

El film se inicia en una playa portuguesa -¿quizás Nazaré?- fuera de temporada.

Ya de regreso en Alemania, cita con un viejo conocido en uno de esos lugares que pueden estar en cualquier lugar.

El clima de estar siempre planeando escapatorias.

Como primera etapa de la ruta por las películas de Christian Petzold que nos propuso José Luis Márquez escogí anoche una en la que la ruta, el continuo movimiento obligado, la provisionalidad, el no tener ningún sitio estable, son su base: “La seguridad interior” (“Die innere sicherheit”, 2000).
Nada de aspectos fantásticos, como en otras más recientes suyas, pero sí retomar unos viejos conocidos del cine (político) alemán de postguerra. Toda ella realista como una “road movie”, casi un western en el que unos forajidos huyen de unos perseguidores que desconocemos.
La protagonista que aporta el punto de vista es una adolescente despertando a sus confusas emociones, Jeanne, que se desplaza, siempre huyendo, con sus padres, esos “forajidos” que tienen toda la pinta de surgir de un grupúsculo de los años de plomo alemanes.
El trayecto da ocasión a que ella conozca algo de ese mundo básico occidental, detestable según los parámetros de sus padres, pero que lanza determinados destellos que le llegan, a su edad, con mucho brillo. También para que conozcamos a algún antiguo compañero de navegación de sus padres, quizás ya incrédulo, con ganas de abandonar un barco que ve que no lleva a ningún puerto.
Petzold elaboró el guión de la película con Harun Farocki, y posiblemente muchos de los elementos que la caracterizan -esa mirada desde fuera y a la vez interior de las modas del consumo, esos sitios impersonales, carentes de personalidad, de tránsito, la opresión ambiental aún desarrollando funciones aparentemente normales a toda vida, etc.)- tengan en él su fuente principal.


 

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