lunes, 28 de diciembre de 2020

All The Vermeers in New York


Ayer Mubi anunció su estreno diario (“All The Vermeers in New York”, Jon Jost, 1990) con una trama que hizo que, por una vez, pudiera compartir la sesión: “El corredor financiero Gordon se acerca a Anna, una actriz francesa, en la sala de Vermeer de una galería de Nueva York. Sin embargo el romance no resulta”.
Eso para los que gusten de este tipo de sinopsis, que, entre otras cosas, suelen o bien destrozarte la intriga o bien despistarte totalmente de lo que vas a ver.
La secuencia a la que hace mención esa sinopsis no es, por una parte, la inicial de la película y, por otra, no acaba del todo de definirla. Aún así, sus dos escenas (como la película entera) se dejan ver bastante bien, intrigante la primera como divertida es la segunda, que la completa. Pero hay que entender que nos encontramos ante un film de cine independiente norteamericano. Con una independencia que no se contenta con el bajo presupuesto y seguir la pauta Sundance, sino que intenta acudir también en algún momento a otras independencias históricas, razón por la que la secuencia que comentaba y la película en su conjunto están llenas de aparentes pausas en la acción, ya sea para seguir los dibujos de las baldosas o para mostrar la evolución en el cielo de un jet mientras que una música disonante o una pieza de free jazz tensiona hasta el límite el ambiente.
Por lo demás, también posee un par de homenajes a Vermeer: basta ver la imagen que cuelgo con ella leyendo junto a una ventana o bien otra escena en la que aparece con una cinta azul en el pelo, al modo de la joven de la perla.


 

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