El tercer Epstein de anoche en la Filmoteca (“Les feux de la mer”, 1948) era un documental más al uso, pero indispensable para un amante de los faros, como un servidor. La mayor parte de sus tomas están hechas en un faro de esos instalado en medio del mar, sin ni siquiera rocas por las que ir caminando hasta el pueblo más vecino.
Con el ingeniero, con el antiguo farero o con el joven destinado a hacer su primer stage en el faro subimos una y otra vez la escalera helicoidal, revisamos el registro o lel nivel de reservas de seguridad, observamos sus espacios de lectura y de bricolage, pequeños reductos solitarios o asistimos a la llegada del barco que los acerca de la civilización a ellos o a sus víveres.
En la foto, Jean Epstein y su equipo preparando una toma de la parte “histórica”, con un pequeño, elemental trucaje.
Esta noche, más Epstein.
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