Quien los conozca o les haya leído mínimamente habrán podido degustar, oyéndolos, un destilado de sus caracteres respectivos, porque tanto José Enrique Monterde como Carlos Losilla han asumido su papel y lo han desarrollado conforme podía esperarse de ellos, quizás hasta exagerándolo un poco y todo.
Era la mesa redonda programada por el Projecte Pasolini Barcelona en el Instituto Italiano de Cultura sobre "Pasolini i el cinema modern". Ha hecho de moderador Josep Torrell, quien ha empezado situando el fenómeno de los nuevos cines durante los años 60, los de la modernidad, por todo el mundo, para centrarse en el caso específico -atípico- de Italia. A continuación se ha visto que tenía un guión de hierro para el buen gobierno de la sesión, y ha lanzado tres preguntas muy concretas para los dos ponentes. Pero éstos no han hecho el más mínimo caso, y han procedido al reparto del tema que habían acordado previamente.
Monterde, como no podía ser de otra forma en su caso, se ha adjudicado el responder a la pregunta de ¿Qué queremos decir cuando hablamos de modernidad? para llegar a ver qué da de sí aplicada al cine Italiano. Se ha remontado a todas las modernidades que en la historia del mundo han sido, y ha pasado por la época renacentista, las revoluciones científicas, la modernidad artística,... Luego ha entrado a saco en el concepto de modernidad, y se ha pegado también un paseo por la música, la arquitectura, etc, para llegar a un intento de determinación de las principales características de las obras "modernas": la crisis del sujeto y la crisis del lenguaje. Y, con ellas, el desprendimiento, el alejamiento de la realidad.
Por fin, tras este largo (y erudito hasta el punto que se me hace difícil ahora reproducirlo aunque sea muy parcialmente aquí) prólogo, ha llegado finalmente a la modernidad cinematográfica, que -ha señalado- sólo tiene sentido respecto a un clasicismo previo, que perseguía en sus obras la transparencia y la narratividad, un discurso al servicio del relato. Llegaba la opacidad. Se pasaba del "qué nos ha contado Ford" al "qué nos ha dicho Bergman". Y ha llegado finalmente a Pasolini:
Los clásicos americanos y similares -ha comentado- habían escrito divertidas biografías, sin trabajo crítico detrás. Con el nuevo cine eso cambia radicalmente. Se desdoblan. El trabajo teórico de Pasolini en torno a cine como lenguaje es inmenso.
Frente al discurso extremadamente estructurado y razonado de Monterde, Losilla ha asumido la parte que le ha tocado en el reparto conchabado -Pasolini mismo- haciendo gala de sus intuiciones, lanzando argumentaciones que se quedan más bien en sugerencias, con el uso continuado de expresiones abiertas, como "ir más allá" y cosas parecidas.
Ha hablado de la de Pasolini como una obra, si se mira bien, muy ligada a su tiempo, un tiempo concreto que va de 1960 a 1975, desde Accattone a Salò, que puede ser considerado, según él, como el fin del cine moderno. Monterde, luego, ha completado ese momento (el fin de la modernidad) con otras dos muertes: además de la de Pasolini, la de Fasbinder y la de Eustache.
A todas estas, un Torrell que estaba superado a nivel moderador, ha llamado al orden, y ha demostrado el gran conocedor de Pasolini que es . Ha desplazado el punto de inflexión en la obra de Pasolini que Losilla situaba en "Il Vangelo" en "La Ricotta", recordando que para entonces Pasolini escribió un artículo en donde señalaba todo lo que había cambiado en el tiempo transcurrido en una periferia que antes no tenía absolutamente nada, y que ahora había entrado de lleno en el consumismo.
Entre el público, Luis Carceller ha leído al final un texto de Pasolini sobre el Autor y su destinatario, de gran nivel, y que, en cuanto lo dé escrito y con su referencia, lo colocaré por aquí, porque vale la pena.
Y a por otra actividad del Projecte Pasolini Barcelona...
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