“La Bretagne” (1936: Hoy cuatro nuevos films de Jean Epstein, en lo que habrá sido, sin dudas, uno de los mejores ciclos de los últimos años de la Filmoteca) sí que es inequívocamente un documental, sin atisbo alguno de ficción. Una voz en off típica de “documental sobre una región” (que estaría bien retirar, para dejar hablar, en vez suyo, al flujo de imágenes) va explicando la geografía, la economía y las costumbres de la Bretaña francesa.
Muchas de sus escenas están dedicadas a fiestas más o menos oficiales, religiosas o populares, con profusión de indumentaria tradicional, y cosas así, dándole un aire de documental “tradicional” que puede desanimar. Pero aún así, hay donde agarrarse y disfrutar. Muchas de sus imágenes sobre las ciudades y sus comercios, llenas de gente, podrían pasar por fotografías de grandes nombres como Atget, Doisneau o Izis. E incluso en las tomas de “coros y danzas”, al estar captadas en planos muy generales, puedes desviar la vista hacia los espectadores de esos acontecimientos, que dan mucho mejor la imagen de realidad y verdad sobre una época que, al menos yo, voy buscando.
En un viajecito por la Bretaña en los primeros años 80 aún pude observar, por pueblos del interior, cómo las mujeres seguían llevando, para ir a misa, el traje y la cofia tradicional, que el documental muestra que en 1936 era de lo más habitual, compaginado con gente totalmente vestida “a lo occidental”. El traje y sombrero tradicional masculino, en cambio, señala el narrador de la película, ya sólo se utilizaba por entonces como traje de bodas. Con todos los peros que quiera ponérsele, qué no daríamos por que cada país tuviera una película de la calidad de ésta, que documentara cómo se podía ver cada zona, cada rincón, en esa época…
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