jueves, 14 de agosto de 2014

Un milagro en Calanda


Hay milagros que, a la que algún parroquiano rasque un poco, deben ser difíciles de hacerse considerar como tales. No sé cuales le atribuirán a Juan Pablo II, por ejemplo, o a Antoni Gaudí, pero seguro que los que sean o no se verán como milagros de esos de gran magnitud o serán difíciles de atribuir a sus teóricos autores.
Los padres de Buñuel (se cuenta en “A propósito de Luis Buñuel”, de Rioyo y López Linares) se casaron en la Capilla de los Milagros de la Iglesia del Pilar de Calanda. Pues bien: Ese sí fue un milagro que todo el mundo puede reconocer como milagro mayúsculo. A un pobre hombre le han tenido que amputar la pierna por un accidente que sufrió con su carro y por la noche, su madre, al entrar a su habitación, siente un olor muy especial y ve, asombrada, que le ha vuelto a crecer la pierna, como a una lagartija le crece la cola cortada, pero con mayor celeridad y todo.
P.D: Buscando (infructuosamente, hasta que me he cansado) la autoría del cuadro que cuelgo (no encontré el más naif y divertido que reproducía el accidente con el carro, y que aparecía en el documental), he constatado la cantidad de páginas pseudo-religiosas que pueblan la red: ¡Madre del Amor Hermoso!

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