No recordaba los detalles de “Marcha Triunfal” (Marco Bellocchio, 1976), estrenada entre nosotros nada menos que en un vergonzante “cine S” de la época. Quizás únicamente que su director, tras sus apasionados y percutientes primeros films iniciales (“I pugni in tasca”, “La Cina é vicina”,…) había presentado en esta ocasión otra película de las suyas contra uno de los puntales de la sociedad que quería derribar (ya no en este caso la represora familia, sino el ejército, como también haría en otras contra la religión), pero que lo había hecho buscando voluntariamente ruido y escándalo, entrando en pleno cine comercial del momento, con actores populares (Michele Placido, Franco Nero, Miou Miou), y un lenguaje cinematográfico del tiempo, totalmente aséptico, olvidando el suyo previo, autoral e independiente.
Hoy me tenía que ir, pero me he quedado un buen rato, viéndola casi entera doblada al castellano (¿por qué razón Ctk presentará ahora la mayoría de películas dobladas, sin V.O. y subtítulos?). Iba mirando sus escenas iniciales y notaba que me iba trasmitiendo un malhumor enorme. Era el malhumor que he recordado me entraba durante el servicio militar, recibiendo y observando todas esas órdenes estúpidas, toda esa gente ociosa embruteciéndose, todos esos refinados torturas y chantajes que dispensaban unos oficiales que disfrutaban, porque creían que se engrandecían, mostrando su miserable poder sobre los pobres reclutas que sólo querían salir de esa prisión para ver a gente normal durante el fin de semana. Todo ese ambiente, sumado al todavía más decepcionante de unos veteranos que se muestran con los novatos aún más crueles que los que les han bloqueado previamente sus vidas, demostrando que la corrompida enseñanza se trasmite perfectamente, está retratado de forma muy realista en la película.
Luego la cosa deriva bastante, al centrarse en un caso (bueno: dos) patológico(s), si bien tiene entonces la compensación de ser cuando se puede apreciar la descomunal belleza de una Miou-Miou haciendo de una víctima más de todo ese sistema que, según confesión propia, aún no había cumplido los 30 años.
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