domingo, 10 de agosto de 2014

Una esvástica sobre el Bidasoa


Hay descubrimientos sorprendentes, que te hacen replantear todo lo que, supuestamente, conoces sobre un tema. Uno de ellos, desde luego, es el que efectuó en el año 2000 la historiadora Teresa Sandoval en los archivos berlineses: una desconocida película documental nazi, realizada en plena guerra mundial, “Im lande des basken” (Herbert Brieger, 1944), que valora la pureza de raza y los atractivos del pueblo vasco. ¿Por qué, en esa fecha, una película como esa, sobre el pueblo al que habían bombardeado con la contundencia que muestra la destrucción de Guernica? ¿Es que habían llegado a ser después posibles las relaciones entre nazis alemanes y nacionalistas vascos?
Hoy, en una repleta sala Laya de la Filmoteca, se ha pasado “Una esvástica sobre el Bidasoa” (Alfonso Andrés y Javier Barajas, 2013), que va desgranando muy clara y dinámicamente todo el proceso general (ocupación alemana de Francia, hasta el puesto fronterizo de Irún, y los recuerdos de los entonces niños vascos sobre su relación con las tropas nazis) y particular (mínima biografía del realizador, investigada y expuesta por su propio hijo) que llevan a la época de rodaje del film (supuestamente previo a ese 1944 tan tardío al que está adscrito). Una época en la que llegó a surgir alguna teoría sobre la reunificación bajo la sombrilla del Reicht alemán, ofreciéndoles cierta autonomía, de todas las etnias “puras” europeas.
Dos periodos diferentes, con un año, 1942, como bisagra entre ambos. Por un lado, la imparable ascensión del Reicht alemán, y unas tropas ocupantes que más bien parecían felices residentes en una zona balnearia. Es por 1941 cuando un representante del gobierno vasco del PNV en el exilio llega a entablar conversaciones con el gobierno alemán con, como uno de los objetivos posibles, la intención de poder cerrar una alianza con el amo futuro del mundo. En 1942 la situación da un vuelco y ya se aprecia que los alemanes tienen perdida la guerra. La zona deja de ser un idílico balneario. Hay la primera deportación masiva de judíos, y las prohibiciones dejan claro a la población que se trata de una ocupación. Con el desembarco de Normandía, la desbandada…
Deja en buen sitio el film a los hijos de los protagonistas del bando del eje: El hijo del cónsul italiano en Bayona dice que su padre era un buen hombre, que amaba a la tierra vasca y siempre iba con una cámara, ganándose con su simpatía a los locales. El hijo de Brieger despliega todo un proceso de exculpación, entre ciertas dudas, de su padre. Ya se sabe: el papelón de los hijos. Lo que no sé es por qué, tras el final, los realizadores tienen que poner un letrerito y unas imágenes diciendo que, después del rodaje, el hijo de Brieger fue por primera vez a ver el campo de Mathausen, como dando a entender que había comprendido que debía expiar los pecados paternos.

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