Es difícil llegar a entender el éxito de estima (por aquí hablamos únicamente de éxitos de este tipo) que tuvo por aquí en tiempos “La femme de Jean” (Yannick Bellon, 1974; TV5Monde), que asocio con el Moratín.
Para recordarla mínimamente y ver por donde encontrar las razones de ese éxito, no he dudado en hacerme una sesión de sobremesa con ella, pese a lo extremadamente arriesgado del proyecto, por el cansancio acumulado tras un viajecillo como el del que acabo de regresar.
Cada vez que me espabilaba un poco, me daba cuenta de la indecisión de la protagonista, en efecto de shock profundo (inicialmente le habría ido mejor aquel título de “La femme qui pleure”), o los pasos que, dubitativa, va dando, explorando hacia dónde encaminar su futuro. Felizmente me he despejado por completo y podido asistir a la escena que yo creo debía ser la que, desde un inicio, impulsó a Yannick Bellon a hacer la película: la cámara se aleja más y más de dos personajes, cuando la mujer ha tomado definitivamente una decisión.
-¿Qué ves? -me han preguntado en casa cuando he rebobinado para ver un poco alguna de las cosas que irremisiblemente me he perdido.
-“La femme de Jean”. Estoy volviendo atrás un poco, porque me he dormido…
-¡Uy! ¿Aquella tan famosa? ¿Dónde la has visto?
-La había grabado. ¿Te la guardo para verla?
-Sí, déjamela ahí. No la tires.
Quizás le acompañe en ese momento, para verla entera.
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