“Joaquín Jordá i…” (Martí Rom, 2001) se aparta bastante del documental medio de la serie de monografías del Cineclub Associació d’Enginyers. Por un lado por su misma duración (78 minutos), por otro, por su estructura.
En casi todos los otros documentales, Martí Rom le viene a marcar aproximadamente a cada personaje lo que quiere que le diga (de hecho, en varias ocasiones le ha llegado a señalar y dar un trozo de la entrevista realizada previamente para el libro), y todos los tiempos están sumamente medidos: los segmentos así obtenidos se entremezclarán con las piezas documentales de todo tipo recabadas con el objetivo de formar en conjunto un retrato lo más preciso posible sobre la vida y el trabajo del personaje en cuestión.
Aquí, buscando aprovechar el excelente narrador que era Jordá, la idea era que se explayara todo lo que quisiera sobre determinados temas hablando con alguien afín a esos mismos temas, mientras una o dos cámaras grababan las conversaciones. La edición final acabaría de dar forma al material obtenido, que apuntaba a cuatro grandes áreas:
-Esteve Riambau le sonsacaba sobre la Escuela de Barcelona.
-Aunque no hubo manera de limar la mala química que había entre los dos, Llorenç Soler y Joaquín Jordá fueron convocados a la sede de una productora para que hablaran del documental político que habían practicado ambos.
-La psicóloga Maite Kirch, que colaboró en el rodaje de “Mones com la Becky”, habló con él de lo suscitado por ese film, incluidos los aspectos ligados al infarto cerebral que sufrió durante el mismo el realizador, y sus consecuencias.
-José Luis Guerin y Joaquín Jordá, que mantenían entre sí una buena amistad y se profesaban admiración mutua, repasaban en la sede de Virus Editorial, ante carteles de “¡Dinero Gratis!” y otros similares, la historia que les era más próxima y querida del cine documental y hablaban de cómo se planteaban sus propios trabajos documentales.
Algún picoteo sobre otros temas, como su trabajo como guionista y como traductor, registrados en el loft que tenia en la Calle de la Cera, completan la pieza.
¡Qué buenos recuerdos!
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