martes, 26 de septiembre de 2023

Pasolini y la disecciòn de cadáveres


Si se entra en la Facultad de Medicina por la escalinata y templete que da a la plaza, se coge el pasillo de suelo adamascado de la derecha y se mira a la izquierda, se verá un anodino y por lo demás desierto patio. En él, en el extremo más próximo a la entrada, están estos elementos que, cuando hace unos días los fotografié, aún tenían agua acumulada por las recientes lluvias. Más complicado es deducir qué son y qué hacen allí. Me propongo explicarlo, pero me alargaré un poco.
Por el 2014, el Grupo Pasolini Barcelona, creado al efecto, se planteó organizar una serie de actividades de diferente tipo para celebrar el 40 aniversario de Pasolini. Una de ellas era una película que, finalmente, se encauzó hacia una mirada investigadora sobre las visitas que a lo largo de su vida había cursado Pasolini a Barcelona.
El acto de más peso de Pasolini en la ciudad tuvo lugar, por diversas razones que ahora no vienen al caso, en un escenario como mínimo peculiar: la sala de disección de cadáveres de la Facultad de Medicina.
Algún amigo (porque participó en el capítulo de facilitar contactos para poder conocer a fondo el sitio) sabe de los mil y un cambalaches hasta poder gozar de ayuda de la Jefa Administrativa del lugar y poder moverse por doquier sin problema, permiso de rodaje con sólo razonables restricciones incluido.
Resumo: la visita a la sala donde hacen actualmente disecciones -previa advertencia de que no suele pasar, pero que quizás me encontrara con un brazo, una pierna o algún otro trozo humano que no esperaba ver- no creo que se me olvide nunca. Por estar a la que salta por si aparecía algo de eso, pero en especial por su singular guardián, el único que ya andaba por ahí en los años 70.
La sala no tiene nada que ver con la que pudo conocer Pasolini, porque le afectó recientemente una radical reforma, según me comentó el gerente, que señaló que el único elemento que quedó de la versión antigua fue esa serie de picas que querían tirar, pero dijo de dejarlas ahí.
Entre que la sala no era la de la época y que las mesas de disección no le parecieron (eso con razón) nada del otro mundo, Hilari no quiso saber nada de esa secuencia con aproximación paulatina al Clínico, paso por el pasillo hecho misterio rítmico por su pavimento, entrada subrepticia en la necrofílica sala del piso subterráneo (con plano de su letrero) y, no sé cómo, desembarco en las mesas de disección.
Creo que fue un error, porque desde luego no podía recuperarse el espacio, pero no importaba demasiado: la misma memoria de los asistentes constatamos que les jugaba muy malas pasadas, pensando en un lucernario y anfiteatro espectacular… que nunca en la vida había tenido.

Y la secuencia, así pensada, tenia su qué. 

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