Paula Labordeta (que a veces parecía vasca, más que maña) y Juana de Andrés, ayer en el Boliche.
Juana de Andrés, de algún modo protagonista de la película y seguro conquistadora de la sesión de ayer.
Con lo poco que me gustaban las colas para ir al cine, ahora casi las veo con una cierta satisfacción y todo. La imagen (primera foto) la saqué ayer antes de la sesión de las 20h del Boliche, donde iba a ser el estreno de “Labordeta, un hombre sin más” (Paula Labordeta y Gaizka Urresti, 2022) con la presencia de los realizadores y de Juana de Grandes, su viuda, quien, con un par de naturales -dentro y fuera de la película- se hizo en un momento con la platea.
En la imagen publicitaria del film aparecen unos raíles y son precisamente los viajes en tren -actuales, rememorando los de la época y los de entonces- por Aragón -Canfranc, Teruel-, lo que quizás más me gusta del documental, por cómo sirven para ofrecer un territorio -Aragón-, su historia y sus gentes.
Fue allá por 1973, precisamente en un cortometraje de Antonio Artero, “Monegros” (1969) donde oí y vi (en unas escenas que se incluyen en el actual documental) a Labordeta por primera vez, cantando -esas arcillas viejas- a Aragón y su destino.
Lo que tiene de historia del pequeño pero activo mundo cultural aragonés el documental es, pues, lo que más me gusta del mismo, con la mención de las tertulias del café Niké de Zaragoza, con su mínimo homenaje a su hermano (el inmenso poeta Miguel), con la presencia del que fuera amigo de infancia de J. A. Labordeta y luego presidente de Aragón (Santiago Marraco), del dramaturgo Sanchís Sinisterra, de Eloy Fernández Clemente (director de la magnífica revista Andalán, que me resucitó en la memoria cuando la nombraron en la película), de…
Impagables los momentos en que averiguas que Labordeta y Sanchís Sinisterra, que el azar reunió como profesores de instituto en Teruel, lanzaron entre otras iniciativas un cine-club al que llamaron Cine-Club Luis Buñuel.
Luego, por supuesto, se habla de las facetas de Labordeta más conocidas popularmente: que si sus canciones, que si su programa andarín de televisión, que si su “¡A la mierda, coño!” en el Parlamento.
Pero, por suerte, también sale a colación un modesto diario que Joana encontró, en el que su marido anotaba todos sus sentimientos más íntimos. O dos intervenciones públicas para el recuerdo:
-Su discurso contra la guerra de Irak en el Parlamento, leyendo íntegro el poema de su hermano Miguel: “Mataos, pero dejar tranquilo a ese niño que duerme en una cuna…”.
-El pregón de la fiesta del Pilar de Zaragoza de 2009, él ya gravemente atacado por el cáncer de próstata del que murió y, según Juana, lanzando el resto.
Y es que, como comentaba ayer mismo Ignacio Martínez de Pisón en un magnífico artículo aparecido en La Vanguardia, el mismo Labordeta explicaba que él, que había fundado el PSA, iba precisamente a morir por su PSA.
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