martes, 28 de enero de 2020

Ema


Ayer tuve que forzarme para disociar a Ema, la protagonista de la última (2019) película de Pablo Larraín que lleva por título su nombre, de la Sara de “La hija de un ladrón” (Belén Funes, 2019). En todo su inicio, ese gusto compartido de las dos por un chándal horroroso, el forzado teñido rubio de su cabello, esos desplazamientos decididos por la calle seguidas sus espaldas a poca distancia por la cámara...
Pero pronto se ve que el tratamiento de una y otra película van en direcciones bien opuestas. En “Ema” predomina sobremanera su ambiente musical y de sonoros colores, que lo envuelven todo, hasta hacerme pensar en otra película reciente diametralmente opuesta, pero que también supone para el espectador una inmersión profunda en toda una atmósfera, “Largo viaje hacia la noche” (Bi Gan, 2018).
Perdido como espectador en ese raro e intenso ambiente, por suerte un diálogo entre entre Ema y su pareja en la ficción, Gastón (Gael García Bernal, con un plante y un corte de pelo digno de personaje pasto de frenopático), me supuso un alivio aclaratorio de la trama. Lanzándose las culpas uno y otra, descubrí que se trataba de una pareja que se había desembarazado de su hijo adoptivo Polo y lo tenían mal para superar el trance.
Está la película rodada en muy especiales y atractivos espacios de la que debe ser bien especial y atractiva Valparaíso, pero hay que avisar que para degustarla con provecho se deben superar más duras pruebas que las indicadas al principio. Y es que Ema y sus amigas danzan continuamente al ritmo del regatón, al que Gastón, que pese a todo suelta de tanto en tanto alguna aseveración seria, califica desesperado y acertadamente, en un vibrante discurso, de música para la cárcel, victoria total del machismo en el sometimiento de las mujeres.
Aviso: conviene esperar al final para que todas las piezas encajen a la perfección, en lo que puede hasta ser una propuesta de solución revolucionaria... y para ver cómo, juguetona, la película termina del todo ofreciendo, ante ese feliz panorama, también un punto de inquietud.

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