miércoles, 15 de enero de 2020

El sari de Durga

La abuela de Durga disfruta con la fruta que le ha robado su nieta, subiéndose a un gran árbol de sus parientes adinerados. El Sara de Durga empieza a dar síntomas de necesidad de renovación, peto no hay dinero para ello.
Ese niño que, para reconfortarlo, le tendía la mano a su padre, a quien habían robado su bicicleta, elemento indispensable para obtener y mantener un trabajo. Ese otro niño que abstraído se paseaba medio jugando por entre las ruinas de Berlín tras la guerra. El Neorrealismo Italiano demostró una vez más que el cine era un lenguaje universal, que podía conmover con sus historias en cualquier parte del mundo.
Durga lleva una escuálida vaca con su hermano.
En los años 50, llegando a algún festival occidental, pudo comprobarse que la conmoción podía llegar también desde la India, tan solo reflejando Satyajit Ray en su Trilogía de Apu las dificultades de la vida de una familia con muy pocos recursos económicos.
El padre de Durga regresa a su casa tras mucho tiempo fuera. El estado calamitoso de la casa, prácticamente una ruina, le sorprende un poco, pero está tan contento que no se detiene a pensar qué ha pasado.
Hoy aparece en "La Charca Literaria" otra confesión de esas mías de casi casi haber llorado viendo una escena de una película. Se trata de "Pater Panchali" (1955), la inicial de la estupenda trilogía de Ray, y si la escena en cuestión emociona, lo hace porque el retrato de Durga, esa niña inicialmente medio asilvestrada que roba fruta para su abuela y que luego cuida de su hermano pequeño, ha ido macerando el momento.
Salisfecho, le hace ver a su mujer el sari que ha comprado para Durga.

Al ver la tela es cuando la madre de Durga se pone, inconsolable, a gritar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario