sábado, 25 de enero de 2020

Lluís Escartín en Date Cuenta

Lluís Escartín y J.G.Guerra antes de empezar la sesión.
La Escuela Date Cuenta, y Javier G. Guerra en particular, ofrecen de tanto en tanto unas sesiones encomiables. Se trata de lo que anuncian como “Máster Class” de un realizador de cine, en el que éste entra a detallar su experiencia para que un público compuesto en su mayor parte de estudiantes de imagen, que le asedian con preguntas tanto sobre el modelo de cámara que empleó para un determinado film como sobre un cuestionamiento moral ante un determinado escenario.
“Estaba de trabajando de camarero, cuando oí que se estaba quemando el Empire State Building. Pese a las quejas del dueño del bar, me hice con mi credencial y mi cámara y fui con la intención de sacar fotos del incendio. El fuego no se veía, porque estaba en el interior. Vi la llegada de este bombero y disparé la cámara. Salió fuera de foco, pero me gusta como quedó”.
Esta mañana se podía acudir (¡con entrada libre!) al Palau Llimona y descubrir ahí la obra de Lluís Escartín, abarcando tanto sus inicios como fotógrafo como su posterior camino como documentalista.
Escartín resulta, desde luego, un tipo especial, que ha dejado bastante boquiabierta a la audiencia. Según su propias declaraciones, sigue haciendo cine, pero cada vez le supone más palo dedicar el trabajo necesario para darlo a conocer y así, su último documental ni siquiera lo ha presentado a un festival, donde habitualmente tienen muy buena acogida.
“Ésta la saqué en la Estación de Francia. Yo diría que es la fotografía que más me gusta de entre todas las que hice”.
Ha explicado que empezó a hacer fotografías en Nueva York, gracias a unas cámaras baratísimas, que precisaban abrir el objetivo, contar hasta tres y volver a cerrarlo para obtener así una fotografía que solía aparecer algo movida, fuera de foco. Las hacía para sí mismo, pero el azar quiso que alguien las viera y se las hizo exponer.
“Mojave cruising”. Fuera iba yéndose toda la luz...
De ahí pasó a tener carnet de reportero gráfico. Una estancia suya de tres años en la selva lacandona que coincidió con él allí al desatarse la guerra con los zapatistas le permitió vender portadas muy duras que vendió para portadas de publicaciones de todo el mundo. Fueron tan bien pagadas que hasta se sintió mal, y de resultados personales tan traumáticos que ni siquiera ha querido pasarnos ninguna.
Con una escena de “Amanar Tamasheq” pasando detrás.
Pero ha explicado que no consideraba lo de hacer fotos “lo suyo”. Fue el único que optó a ser asistente de Jonas Mekas y ahí sacó la decisión de hacer cine. Ha pasado un buen trozo de dos de sus primeras películas, Texas Sunrise (2002: la entrevista a un indígena del SO de Estados Unidos en off mientras en imagen va presentando imágenes de la zona rodadas a su aire) y Mojave Cruising (2000: una pareja de ideas contrarias se discute en un coche, mientras va oscureciendo en el desierto del Mojave) y otros dos de sus más recientes, Amanar Tamasheq (2010: un jefe guerrillero tuareg le llamó por teléfono para decirle que era la primera vez que veía que alguien había rodado a su pueblo sin estética de carta postal, pues había sabido captar la poesía de la vida ordinaria) y Hasta que las nubes nos unan. Guardiola-Diola (2019, en donde entremezcla escenas de trabajo agrícola y caza en una zona africana y en Guardiola del Penedès).
De su última “Guardiola-Diolo”.
Toda su filmografía puede verse libremente en la plataforma Plat. Aquí el enlace:

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