domingo, 28 de abril de 2019

Grass

Kim Ming-hee, centro neurálgico del café al que acude a escribir sus especiales notas.
Hay unas hierbecillas en las macetas de enfrente del café de “Grass” (Hong Sang-soo, 2018, Festival D’A) que se deben enterar de todo. Sabrán pues de todo ese conjunto de parejas que van apareciendo en el café, con varios suicidios de terceros como panorama de fondo, un conocimiento que les debe llegar aderezado con la música clásica que suena en ese sitio.
Con su hermano, interrogando a su novia.
De hecho, las hierbas tienen el mismo papel, sólo un poco menos activo, que el personaje de Kim Min-hee, que acude al café de la música clásica asiduamente, para escribir, teniendo en cuenta lo que oye de unos y otros, su especie de diario. Claro que quizás Kim ejerza de demiurgo de todos ellos, moviendo sus hilos...
No podía faltar en las películas de Hong Sang-hoo, él se dice escritor, quiere ser director de cine y ha escrito un par de guiones. Se dedica a hacer propuestas inusitadas a las chicas del café.
Casi íntegramente rodado en un único set, ese para nosotros sencillo café, tan de Sang-soo (aparece otro en el que se puede beber alcohol), situado en un callejón, en el que la gente va a trabajar con su portátil o a conversar mientras toma un té helado o un tazón de café o té, “Grass” resulta, pese a la proliferación de personajes, una pieza mínima, muy concentrada. Me atrevo a deducir que una de las frases que surge de uno de los personajes (“jóvenes y guapos, divertíos mientras podáis”) puede ser considerada, posiblemente, como uno de los principales mensajes del film.
Otra conclusión también sería pensar, como también uno dice en el film que es lo que hace la chica, que al bar se va para cotillear, justo lo que nosotros, eternos voyeurs, en nuestro papel de espectadores hacemos con respecto a todos y cada uno de los personajes.



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