No sé cómo, tras ver “Safari” (Ulrich Seidl, 2016), aún puede quedar alguien dispuesto y con ganas de emplear su tiempo y gastar su dinero en ir a cazar animales a África. Seidl nos muestra, como manteniéndose distante, la estúpida y nerviosa alegría con la que una familia cazadora divisa una pieza, le dispara a unos doscientos metros y, orgullosa, se hace fotos junto a su cuerpo tras esperar su último suspiro.
Jesús Franco no gana para desengaños en “El extraño viaje” desde la muerte de sus padres. Invoca al tiempo pasado continuamente: “¡Con lo buenas que estaban las peras del huerto de papá!” ¿Cuáles podrían ser esas riquísimas peras del huerto de papá, a conservar en la memoria? Aquí –Cine- se intenta recopilar y dejar visibles las impresiones a vuelapluma, en general sin documentación ni análisis previos, de la reciente visión de alguna película que me haya causado buenas vibraciones.
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