La
Filmoteca había programado una sesión de homenaje a Llorenç Soler el pasado 21
de febrero, pero se coló por el medio la “huelga de país” y la sesión se aplazó
hasta el próximo 4 de abril, día en el que me será imposible asistir. Quería
una copia de una película suya para un asunto que tengo entre manos y lo he ido
a ver.
Ha sido
una conversación de lo más agradable. Tiene algún que otro problema de
movilidad, pero sigue bien activo. Me ha pasado sus dos últimas películas que,
siguiendo su costumbre, siguen dos líneas bien diferentes. Una de ellas se
llama “1000 lunas”, haciendo referencia al tiempo que ha tardado su familia en
dar, por fin, con los huesos de un fusilado, junto a otros, en un pueblo de
Soria. Veré la película y la explicaré por aquí. Me ha explicado detalles
escalofriantes ligados con el tema. La otra, “Memento”, sigue una línea muy
diferente, también muy personal, confrontando imágenes y sonidos.
Cuando me
iba, me ha dado un ejemplar de este libro, “De barro y oro” (Huerga y Fierro,
2017), que ha escrito centrado en su contacto con el mundo del toreo. Lo he
ojeado y aparecen alguno de los maletillas que fueron protagonistas de sus “52
domingos” y “Cada tarde a las cinco”. Como le he dicho que se lo dejaría a un
amigo al que le gusta todo esto de los toros, me ha pasado otro ejemplar para
que se lo diera. El dibujo de la portada es del mismo Llorenç Soler.
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