viernes, 8 de marzo de 2019

Le livre d'image

Nicole Brenez ayudó a Jean-Luc Godard a documentarse para su “Le livre d’image” (2018). Le lei un escrito en el que explicaba su experiencia y decía que él andaba buscando obsesivamente “la última imagen”. Asocié este empeño a su edad y condiciones físicas, que se ve que no son ya las óptimas, y me dirigí anoche al Boliche con este espíritu de dar con esas imágenes testamentarias, a entregar para la posteridad.
Transcurridos unos minutos, dentro del primer capítulo, del primer dedo de los cinco de la mano que componen la estructura del film, “Remakes”, surge una secuencia inusitadamente completa, no cortada, ni funcionando su imagen por un lado y su sonido por otro, como sucede con casi todas las demás. Se trata de la famosa escena de “Johnny Guitar”: “Miénteme...” Ahí ya tiene una, me dije.

Hay más, pero la exploración no puede ser de ninguna forma concluyente. Pueden ser imágenes nuevas o apropiaciones de planos de obras maestras de la historia del cine que vas reconociendo sólo en un determinado porcentaje, satisfecho cuando lo haces y emocionado por el uso que crees les ha dado. También pueden ser no imágenes, sino alguno de los extraordinarios fragmentos de músicas que utiliza, o frases de las que va dejando caer, entrecortadas, su rota voz en off a lo largo del metraje. Así puestos, yo me decantaría por ese -algo forzado- ataque de tos que le sobreviene cerca del final de la película. Y de sí mismo, claro.

Fui anotando los títulos de cada uno de los capítulos, de los dedos de la mano, sorprendiéndome de que acabaran todos tan rápidamente. Alguno, como él dedicado a los trenes, tiene acercamientos poéticos (esas “flores entre los raíles”) que ya les dan desde el inicio un tono especial. Viendo otros, como el de la ley, crees ser traspasado a la época de su cine de grupo militante, aunque en parte sea por la utilización de escenas de sus propios films de entonces.

Hay que avisar, como han tenido la honestidad de hacer todos los escritos que he leído sobre la película, que sí llegas a ver la línea que rige cada capítulo, pero que no he sacado en claro mucha cosa sobre lo que va buscando con cada uno de esos ellos ni, ni mucho menos, llegó a dar un sentido global a la pieza.

Quizás por constituir el último dedo, por ser mucho más largo y coherente que todos los anteriores, sin tanta fragmentación, como queriendo ofrecer un relato, una fábula, sea el último capítulo, ese sobre “la Arabia feliz”, el que se erija en objetivo final del conjunto. Lo he querido ver como ofrecimiento de un final que podría ser esperanzador, aunque explique un fracaso. Lo que pasa es que, personalmente, quizás porque está mucho más huérfano de escenas de películas conocidas (las principales debe ser de algún antiguo Chahine), fue el que menos me interesó.

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