En 1968 hubo mucha gente que se compró, como novedad y moda, una cámara doméstica, la equipó con celuloide de 8mm y empezó a rodar escenas familiares, viajes, todo. Tras oírse eso aparecen en pantalla unas cuantas escenas con ese desequilibrio y color característico de ese tipo de cine y de esos años.
Éste es el principio de una miniserie documental que ahora pasa la cadena Sundance, “1968mm” (Félix kriegsheim, Jerry Rothwell y Stefano Stocchi, 2017), y de la que he visto ya su primer capítulo.
La reflexión que me he hecho previamente ha sido que, tratándose de 1968, hablaría de acontecimientos de los que -mal, muy mal en general- ya estuve informado directamente, por lo que puede decirse que, de algún modo, mal que bien, los viví en su día, me dejaron un cierto poso. Los diarios y televisión española de la época no es que fueran una fuente de información de campanillas, sino que más bien apuntaban hacia el lado sensacionalista y superficial que podía penetrar en la audiencia, pero eso también entra en juego.
La entrada de los tanques rusos en Praga vivida por un par de italianos; dos mujeres, una de ellas atleta olímpica mexicana, que explican lo que vieron de las matanzas previas a los Juegos Olímpicos en el DF; unos vietnamitas que rememoran el punto álgido de la guerra del Vietnam; una pareja de Filadelfia que fueron a grabar el paso del cadáver de Robert Kennedy, camino de Washington. Todos explican desde hoy lo que vivieron entonces.
Cierta sensación de constatación de engaños generalizados, de nostalgia por unos hechos de los que apenas supiste o malinterpretaste, que han pasado a ser una pintura de fondo, muy adaptada a conveniencias, te invade.
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