domingo, 16 de septiembre de 2018

El último metro

Marion Steiner (Catherine Deneuve) define a Bernard Granger (Gerard Depardieu) a su marido: "Es como Jean Gabin en 'La bête humaine'. Muy físico. Pero al mismo tiempo muy suave (avec un grand douceur)".
Es una de las cosas que me han gustado de la visión de "El último metro" (François Truffaut, 1980), tras acudir a Filmin buscando para un trabajo que estoy preparando la escena que salvé del naufragio en el momento de su estreno. Entonces la película me pareció un trabajo muy cuidado en todos sus aspectos, pero sin ese motorcillo interior que carbura y se aprecia por todos lados en casi todas las otras del director.
Sí que hay en ella cosas muy típicas de Truffaut, como esa obsesión por las piernas femeninas, su localización (aunque esté rodada en decorados) por sus barrios personales de París, una troupe teatral que recuerda funcionando al equipo de "La noche americana", que no prescinde de los cameos o ese guiño final que abre osadamente el panorama futuro. Pero están esparcidas por aquí y por allá ofreciendo una muy menor densidad que lo habitual y únicamente la nerviosa forma de rodaje y los hallazgos de Néstor Almendros en la fotografía (y Delerue en la música de los títulos de crédito finales) la apartan de una producción "de qualité" de esas que él tanto había denigrado.
Cuando Serge Toubiana trabajaba en la exposición Truffaut para el Centre Pompidou, se encontró con unas cajas con documentos que aclaraban la identidad de su verdadero padre. Durante la preparación de "Baisers volés", Truffaut entró en contacto con la agencia de detectives Dubly, a la que encargó las correspondientes pesquisas para resolver ese enigma. Cuando le entregaron el correspondiente informe, se quedó parado. Era un judío. No cabe duda que el rodaje de "Le dernier métro" le debe mucho a ese descubrimiento. Quizás no tanto por ese papel de Lucas Steiner, aparentemente huido director del teatro, sino por el de esa pecosa niña, Rosette Goldstern (Jessica Zucman) amante del teatro, al que acude tapándose la cruz de David con su chal, para que no le prohiban acceder a su butaca.
Al final, la escena que buscaba se ha esfumado. Debía ser pues más bien producto de mi imaginación, queriendo encontrar una muestra de la pasión oculta de un personaje acorde con las de otros films. He dado, no obstante, con la que me debió llevar a confusión.


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