Como si volviera a esos programas dobles de reestreno, aunque era en la tele (TV5Monde). Sólo faltaban las pipas, la gaseosa o un anís de esos gordos de a peseta. Pasaban "El gorila les saluda" (de Bernard Borderie, un director habitualmente no muy bien considerado, 1958). El punto de apoyo para grabarla y después verla ha sido que está protagonizada por Lino Ventura.
Hay en ella todo lo necesario para que los del grupo de amigos de los 60, muy exigentes, salieran del cine convencidos de haber visto una buena película. Hay en ella peleas de esas coreográficas de figurados puñetazos y golpes duros, una vampiresa de buen ver, aunque no se prodiga demasiado, que hoy en día no pasaría el filtro de ninguna feminista, arranques y paradas de coches (un Tiburón, un Pato, un Peugeot de los antiguos, un Buick y un descapotable que no he identificado) y alguna que otra evolución con ellos, con las correspondientes transparencias.
Lino Ventura, para demostrar de dónde le viene el mote de gorila, sube y baja por andamios, abre puertas y armarios rompiendo con las manos su lámina frontal y hasta voltea él sólo, a pulso, un coche en la carretera. Lo presentan auténticamente cuadrado, quizás ayudado por unos kilos de más y unas hombreras de americana posiblemente excesivas. En una de esas peleas le arrancan los botones de su camisa y muestra unos peludos pectorales dignos de un orangután.
Para que haya algo también al gusto de hoy, tras un salto argumental por su mitad, nos presenta, alegremente, los juegos sucios, la actuación de las cloacas del sistema.
¿Se puede pedir algo más para una tarde de verano?
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