domingo, 2 de septiembre de 2018

Educación y crítica de cine


Es Alain Bergala (el que fue redactor de Cahiers de Cinema, al que hemos visto en el CCCB conversando con Víctor Érice y que desde hace un tiempo está metido en proyectos de llevar el cine a la escuela), en una imagen de DocumentaMadrid. Lo traigo por aquí porque he leído el artículo que ha hecho para el número de “Caimán. Revista de cine” de Julio/Agosto Manuel Asín a partir de declaraciones suyas en la muestra y me parecen muy interesantes. Conviene leer toda la entrevista, que es larga y jugosa, pero para abrir boca, unos cuantos extractos:
Uno primero anecdótico, porque me ha tocado la fibra sensible, ya que veo que opino igual que Serge Daney. Para justificar que en el Cahiers no le dedicasen nunca espacio a la animación comenta que a Daney no le gustaba: “Decía que la animación no le interesaba porque cuando un personaje caía por un barranco nunca moría”. Por esa razón y porque me molesta la simplificación de la realidad que suele comportar es por lo que a mí no me atraen los dibujos animados.
Uno segundo, ya más serio, para hablar del enfoque que dice tenía Jack Lang para introducir las artes en la escuela cuando fue Ministro de Educación: “No quería introducir las artes como disciplina, sino como experiencia que mantuviera intacta una semilla de escándalo e incluso de anarquía” (...) “Si nos contentábamos con mostrar películas en las escuelas, pasaría lo mismo que con la lectura: se convertiría en una disciplina escolar”. Y aquí viene el por qué el proyecto supuso una batalla cruenta: “Algo que teníamos claro era que no había que crear unas plazas específicas de cine para los institutos, lo que provocó muchísimas protestas de la comunidad docente. Porque si se creaban esas plazas, durante cuarenta años estarían en ellas las mismas personas, no habría relevo, y el remedio sería peor que la enfermedad”.
Y un tercero sobre el cine como herramienta muy válida para combatir la xenofobia: “Aunque no sepamos nada de Turquía, a través del cine podemos identificarnos de manera muy directa con un personaje turco. (...) El cine parece hecho para producir un encuentro con la alteridad, una apertura. Tenemos la obligación de intentar que quienes todavía son jóvenes no se encierren en ese rechazo espantoso de lo diferente.”

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