domingo, 4 de febrero de 2018

Nostalgia de la luz y Botón de Nácar

Cazando la información que nos acercan las galaxias difusas que pueden verse desde los observatorios de Atacama.
"¡Cambiáis la noche por el día!" Eso recuerdo que nos decía mi padre. Una y otro se han debido resituar correctamente, porque ayer -cosas de la edad, seguro- me iba entrando una pereza enorme para ir a la sesión nocturna de "Nostalgia de la luz" (Patricio Guzmán, 2010) en la Filmoteca. Salí derrotado por la pereza, pese a que el cielo estrellado y las grandes extensiones del desierto de Atacama conviene verlos en pantalla grande. Como la edad media de los espectadores de salas de cine diría yo que supera con creces la cincuentena, supongo que la segunda sesión de los fines de semana debe ser la única con posibilidades de ocupar un poco los locales resistentes.
Aunque no es lo mismo, para compensar recordé que la película estaba en Filmin, montándome un buen programa doble con "El botón de nácar" (2015), pues ambas muestran las habilidades de Patricio Guzmán para ligar en una misma masa, dándoles un mismo significado, cosas que otros chefs servirían por separado.
Y buscando restos más precisos, de un pasado más cercano que se ha querido ocultar.
En la primera nos hace descubrir que tanto los astrónomos como los arqueólogos tienen un mismo trabajo: recoger información del pasado. Lo hacen con preferencia -como dice uno de los entrevistados en el documental- en sitios transparentes, que permitan llegar a esa información más fácilmente. El desierto de Atacama es uno de ellos. Como se tata de Patricio Guzmán, que sufrió la dictadura de Pinochet en propia persona y es, desde entonces, el tema central de su filmografía, a astrónomos y arqueólogos suma las mujeres que, por ese mismo desierto, van buscando otra información. Buscan, en este caso, las huellas, los restos de sus desaparecidos, víctimas de la inhumana represión política del periodo. Una búsqueda necesaria, clarificadora, que da pie a una visión -pautada por la suave y pausada voz del propio Guzmán como narrador, similar a la empleada por Herzog en sus documentales- de lo más emotiva.
El agua que envuelve en Tiierra de Fuego a la cordillera de los Andes que previamente se ha hundido en el mar.
Por su parte "El botón de nácar" trenza, por el poder unificador del agua, dos historias terribles de la historia chilena (y argentina): el exterminio de las variadas tribus que poblaban la zona de la Tierra de Fuego y el cruel exterminio (y el método para que no dejase huellas) de toda una generación que en tiempos de Allende parecía que iba a cambiar la historia.
El inicio del fin de las tribus que poblaban estas tierras. Patricio Guzmán hace aparecer en "Botón de nácar", hablar en su idioma, a unos pocos de los 20 supervivientes que ha localizado.
Un programa doble impresionante, proclive a la reflexión, al que sólo le faltó ser visto en una buena sala de cine, con descanso en su intermedio.

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