Buscábamos un cine no subtitulado para hoy y, como Miguel Maestro la salvaba de la quema por sus ramalazos de buen humor, nos hemos dirigido a ver "Muchos hijos, un mono y un castillo" (Gustavo Salmerón, 2017).
La película ha cubierto sobradamente nuestro objetivo, porque la hemos seguido con agrado y nos hemos reído de lo lindo en más de una ocasión, seguramente por aquello de haber vivido situaciones muy parecidas. Salmerón logra hacerte mantener el interés en este retrato familiar sustentado en un increíble punto nodal (su madre) que apenas necesita del contrapunto de otros personajes (su padre, sus hermanos, él mismo). Lo hace estructurándolo todo, de principio a fin, mediante una búsqueda. Una mínima, casi insustancial, intriga.
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