Aparecen las preciosas escenas de Mónica yendo a bañarse entre las rocas de "Un verano con Mónica" y de los abrazos de "Lilith" bajo los reflejos de la luz del sol en el agua, pero también, por ejemplo, un número de revista de Carmen Sevilla cantando las bondades de la cola de su gato al que cuando se la toca se le alarga y se le reduce de gusto. Estoy hablando de "Corten 21 metros de chinos" (Ferran Alberich, 2004), que pasaron anoche en la Filmoteca. Cien minutos de escenas, una tras otra, prohibidas por la censura española de 1957 a 1977. A los alemanes, se dice, les perdió su meticulosidad germánica. Anotaron sus crímenes de guerra con todo detalle. Si se hubiera tratado de mantener un buen registro, aquí lo habríamos tenido complicado, pero como sólo se trataba de almacenar en un armario los cortes infligidos a las películas que pasaban el examen de censura, Alberich pudo montar pasado el periodo negro esta recopilación sin más problema que el de cuáles despropósitos dejar fuera. El resultado, que seguramente se proyecta únicamente por filmotecas, se hace algo cansino, pero de tanto en tanto se anima con alguna que otra pieza antológica, consiguiendo entonces hacer digerible al conjunto. Un conjunto que, a la vez que retrata la zafiedad de mucha película, sobre todo revela la extrema ridiculez de la censura franquista.
Casi todas las escenas que recoge el film son de osadías (para el momento) sexuales. Quizás, no obstante, las censuras más drásticas -de esas sí que no dejaban pasar una- eran para las que contuvieran algo que pudiera interpretarse mínimamente contrario a la Iglesia, la milicia, Franco o a nuestro hermoso régimen de libertades sociales y políticas. Ya podía Cantinflas en una de sus parrafadas hablar del sacrosanto derecho de huelga, verse pasar por el fondo del plano de una película un arcón funerario similar al que usaba el Régimen, aparecer discretamente por algún lado una imagen del Generalísimo, la televisión dar un desfile militar o simplemente que en la escena un religioso o militar hiciera algo impropio de su condición, que las tijeras actuaban sin misericordia.
Me ha sorprendido que en una pocas (muy pocas) ocasiones, se hubiera cortado también alguna escena de espagheti western o de film de terror con violencia o exhibición morbosa de carne sanguinolenta: Quizás era un signo de la llegada de nuevos tiempos. Claro que una de éstas, en la que un hombre moribundo, machacado por un carro, acaba descerrajándose un tiro con el revólver que le ha dejado, compadecido, su enemigo, he pensado luego que debieron censurarla por apología del suicidio, que también estaba muy prohibido.
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