El misterio, lo fantástico, envuelve las cosas aparentemente más normales. Supongamos que un inexistente productor efectúa un encargo: un documental, por ejemplo, sobre los árboles. A Sophie Bruneau y Marc-Antoine Roudil no les debió pasar esto, sino que ya fueron ellos quienes vislumbraron su documental, “Arbres. Un voyage immobile” (2001), directamente a partir de las ideas del botánico Francis Hallé. Mejor: trabajo de búsqueda ya hecho. El caso es que el film (47 min, enlace abajo) es un reposado pero apasionante recorrido por historias como la leyenda inicial sobre los baobab, o las increíbles que se obtienen a partir de la simple explicación de las características de determinados ejemplares.
Pasen señores, y vean al árbol que se desplaza del orden de un metro por año, al árbol que es él sólo un bosque o al Matusalén de los árboles del planeta, con sus calculados 5.000 años de edad. Conozcan el extraño caso del asesinato entre árboles, o el de la defensa tóxica de ciertas acacias cuando se comunican entre sí el peligro de ser esquilmadas.
El viento, el fuego y el hombre son los principales asesinos del árbol, acaba diciendo el documental, al que sólo le pediría que se extendiera más por los árboles urbanizados.
Un documental cuyo enlace ( https://www.youtube.com/watch?v=tGAqY709-Gg ) tengo guardado desde hace tiempo. No sé si ella lo llegó a ver, pero que me da la impresión que, en todo caso, le hubiera entusiasmado a Isabel Núñez.
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