miércoles, 26 de noviembre de 2014

Primavera


Ya ha avisado Esteve Riambau antes de que se pasara en la Filmoteca: “ ‘Primavera’ (Mikhail Kaufman, 1929) es una maravilla muy poco conocida”. Al llegar a casa he mirado el libro de Jack Leyda, que efectivamente la ignora totalmente, y en el diccionario de Georges Sadoul he encontrado un párrafo interesante: “Esta obra maestra del cine-ojo, profundamente emocionante, parece haber sido desgraciadamente destruida durante la guerra, pero los que pudieron verla anteriormente guardan un emotivo recuerdo. La película ejerció una fuerte influencia en el documentalismo inglés”.
La buena noticia es que alguna copia se salvó, porque la Cinemateca ukraniana ha sacado el DVD de la misma que hemos visto. La película tranquilamente puede pasar a situarse como una de esas extraordinarias sinfonías urbanas, poemas fílmicos que surgieron a finales de los años 20, fascinados por la irrupción y fuerza de la época moderna que les tocó vivir, como los de Vigo, Ruttmann, Moholy-Nagy o “El hombre de la cámara”, de Dziga Vertov, hermano mayor de Mikhail, quien hizo en ella de operador…y que al parecer rompió con su hermano por discrepancias con su mujer y montadora del film.
Si “El hombre de la cámara” empieza con la ciudad dormida, para irse despertando hasta estallar en toda su energía diaria, “Primavera” (“Vesnoi”) empieza con el aletargamiento del invierno, todo absolutamente helado. El proceso paulatino del deshielo, el encharcamiento consecuente de caminos y calzadas, dando paso al despertar de la vida, la aparición de los brotes primaverales, la floración que representa cada primavera, está extraordinariamente presentado. El film pasa entonces a reflejar la fase de reconstrucción de los destrozos, la actividad febril y, finalmente, la fiesta.
Una gozada, desde luego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario