jueves, 6 de noviembre de 2014

Dora Maar, a pesar de Picasso


Recuerdo cuando , hace ya bastantes años, Victoria Combalía empezó a hablar de Dora Maar, pero no como la despechada mujer de Picasso, sino como una extraordinaria fotógrafa. Hoy, con la presentación de “Dora Maar, a pesar de Picasso” (Alejandro Lasala y Victoria Combalía) en los Cinemes Girona, tras la exposición por ella comisariada en el Palazzo Fortuny de Venecia (“Dora Maar nonostante Picasso”) y la edición de su libro (“Dora Maar”) en editorial Circe, todo ello surgido a la luz este mismo año, puede decirse que ha concluido todo un largo ciclo en su trabajo, que ha acabado por poner a la artista en el preeminente lugar que debía ocupar y que, por diversas razones, no ocupaba, como demostraría un dato oído en el film: a su entierro acudieron únicamente cuatro personas, siendo dos de ellas su portera y la hija de ésta.
Todo el documental, de 50 minutos, está estructurado por una larga entrevista realizada en una gran sala del Palazzo Fortuny a Victoria Combalía, que va explicando, con la erudición, claridad y amenidad que la caracterizan, el paso de Henriette Markovitch, ya con el seudónimo de Dora Maar, por sus etapas de fotógrafa “de calle”, partícipe muy activa del grupo surrealista, etc… hasta que un día, en la proyección de “Le crime de Monsieur Lange” (me hace gracia el dato que fuera viendo precisamente esa película de Jean Renoir) conoce a Pablo Picasso y entabla una relación que durará diez años y, definitivamente, le cambia la vida.
Tras la narración de todo este proceso, el film llega a Venecia, momento que aprovecha Lasala para entrelazar las hermosas vistas de su paseo por la ciudad con las imágenes de Dora Maar expuestas esta primavera en la que fuera casa de Fortuny. Y, por último, unas interesantes entrevistas en París nos complementan muy bien la información sobre el personaje. Una, lanzando la artillería sobre la crueldad de Picasso, y prácticamente lanzando sobre él la acusación sobre el alterado devenir mental de la artista. Otra, divertidísima, con el responsable de la Galería 1900-2000 de París, que, como Victoria Combalía algo previamente, llegó a conocerla cuando ya era una persona prácticamente olvidada, y le quedaba poco tiempo de vida.
Sales de ver la película, y eso es uno de sus grandes méritos, con la sensación de haber conocido a un gran, desconcertante personaje, en el que convivieron la virtud artística, el amor y desapego de Picasso… y hasta las cucarachas que invadían su dejado postrer alojamiento parisino.

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