Hasta una ligera cola en el Melies para entrar a ver esta tarde "Winter Sleep" (Nuri Bilge Ceylan, 2014). Arranca en un campo de rastrojos quemados, el humo que desprende mecido por un viento más que audible. Prevenido por las más de tres horas de proyección, no niego que por un momento me he visto resignado a un maratón de lentos movimientos de cámara en escenas contemplativas sobre paisajes nevados, con potentes sonidos de la naturaleza. Pero no. Si algo caracteriza a la película son sus largos y dinámicos diálogos, en cálidos y confortables interiores, que plantean grandes cuestiones como la caridad, la reacción frente al mal y cosas así, para luego pasar, en un viaje hacia lo particular, a la directa descalificación del otro, a aflorar todos los trapos sucios.
Un travelling que se acerca hasta fundirse en negro con la cabeza del protagonista da paso al título, "Sueño (s) de invierno", como dando pie a que todo lo que sigue no sea sino eso, un sueño, producido en horas bajas. El dueño de un acogedor hotel construido dentro de las rocas erosionadas de Capadocia, antiguo artista que se dedica a escribir unos moralizantes y algo altivos artículos semanales para la prensa local, y su joven y bella mujer, posiblemente equiparada con un hermoso caballo salvaje o hasta con una liebre que también aparecen por el film, son quizás sus principales protagonistas, pero tanto ellos como los demás son siempre personajes a los que se les descubre una importante carencia o exceso, que sale al descubierto.
Cuando se acaba el sueño, esta interesante película (que yo, personalmente, recomiendo ver y luego discutir con pasión), diría que el invierno aún sigue ahí.
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