sábado, 25 de enero de 2014

El último de los injustos


Hoy he ido a primera sesión y he pasado la tarde en lo que ha sido mi estreno en el ZumZeig Cinema, viendo “El último de los injustos”.
Nada más arrancar la película, Claude Lanzmann, casi 90 años a cuestas, se pone a subir, con el esfuerzo consiguiente, una escalera de Terezin, la ciudad que Hitler “regaló a los judíos”. “Quel cadeau!”, se dice en voz alta, antes de escenificar ese esfuerzo, al que se vieron obligados diariamente miles de ancianos que, inicialmente, se engañaron pensando que se dirigían a un balneario.
Frente a la diversidad de temas sobre el holocausto que plantea “Shoah”, ésta se concentra únicamente en Terezin, y en la entrevista en Roma con Murmelstein, el último presidente de su Consejo Judio, sobre el que se debatía en la opinión judía sobre su heroísmo o colaboracionismo. Cuando no muestra un trozo de la entrevista, Lanzman incluye (al contrario que en “Shoah”, donde estaban vedados) algún documento de la época (como la película de propaganda nazi rodada en Terezin), y va de un lado a otro, haciendo a la cámara dar largas panorámicas que te hacer sentir en las imágenes actuales de los sitios lo que éstos esconden. En varias ocasiones, como en esa en la que ha mostrado un lugar de ejecución múltiple, señalando que se trata de “un sitio siniestro de inolvidable belleza”, congela la imagen, para profundizar aún más en ella.
El empeño de Lanzmann hace de su película, a mis ojos, algo sumamente personal. La última imagen que nos es mostrada corresponde a una parte de la entrevista de 1975 con Murmelstein, por el sitio arqueológico romano. Lanzmann le extiende un brazo por encima del hombro, y lo conduce, alejándolo de la cámara, hacia el arco de triunfo. Diría que le está diciendo y nos dice a nosotros que comprende a este –entonces- viejo hombre, indultándolo de toda culpa. Lo mismo, posiblemente, que está intentando para consigo mismo, cercano a los 90, con este film.
Con sus casi cuatro horas, con la voz de Murmelstein machacándote la cabeza con todos sus ejemplos, “El último de los injustos” es, desde luego, una de esas películas que te enriquecen.

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