domingo, 24 de agosto de 2025

El sombrero de tres picos


No estoy satisfecho, porque ninguna de las dos me resulta demasiado atractiva (el vodevil me fatiga), pero debo decir que he realizado una hazaña de esas que sólo Sergio Sánchez es capaz de llevar a cabo: ver las dos versiones de una misma película. Aunque, claro está, él habría completado la heroicidad leyéndose también la obra de la que surgen.
Las películas son “La bella mucagna” (1955) y “El sombrero de tres picos” (1934), basadas ambas en la novela de Pedro Antonio de Alarcón de mismo título que la segunda.
Si debo ofrecer mi diagnóstico, en el torneo entre las dos, ambas dirigidas por Mario Camerini, curiosamente respetando no sólo diálogos y el texto, sino aplicando las mismas ideas de puesta en escena (como ese gobernador ocultándose detrás de una sábana que deja ver su silueta para contemplar desde ahí las piernas de Carmela), vence por goleada la de los años treinta.
En ella están los dos hermanos De Filippo, aplicando sus recursos teatrales en un momento espléndido de sus carreras, la notable fotografía en blanco y negro, una mirada etnológica (los detalles de la fiesta en la plaza, las miradas realmente pueblerinas) que desaparecen por completo en la otra, y un trabajo actoral que va más allá de la farsa.
La de 1955 parece toda ella montada sólo para aprovechar la tirada de la recién montada pareja cinematográfica Sofía Loren (en plena explotación por su mentor y luego marido) y Marcello Mastroianni.
En conclusión: que no siempre nuevas versiones emprendidas por los mismos directores sirven para superarlas, reduciendo los errores previos.



 

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