La segunda recepción, en la cocina, por parte del viejo matrimonio. En esta ocasión sin café.
Los dos tíos de otra explotación, indispuestos con la mujer con la que se ha casado su sobrino.
El viejo matrimonio ha visto partir a sus dos hijos mayores de su casa, y sólo queda el hijo pequeño.
…que está a disgusto en la granja y es algo ‘border line’.
Lo que en España sería “La España vacía” corresponde en Francia, según Raymond Depardon, a una “diagonal vacía” que iría desde Luxemburgo, en el NE, hasta l’Ardiège, en el SO. Explicó ayer que él pensaba que ciertas zonas agrícolas del centro de su país eran más bien ricas y se dio cuenta de su error cuando, contratado por la revista católica “Le Pélerin” con el encargo de hacer un reportaje de fotos del mundo campesino, recorrió esa diagonal y vio que familias con buenas extensiones de terreno vivían en casas muy modestas, sin electricidad ni agua corriente, y al margen de tener un trabajo exclavizante, apenas si ganaban para su subsistencia.
El padre de Raymond Depardon ya había fallecido y él tenía un cierto complejo por no haberlo filmado en su día. Con una granja en la región del Ródano, su muerte le había dejado sin su película sobre el mundo rural. Después de ese reportaje fotográfico, creyó llegada la hora de emprender ese trabajo convertido en deuda, pero pensando que un documental sólo puede abarcar unos meses, todo lo más uno o dos años, y que para tener un panorama mínimo de la situación y evolución del mundo rural necesitaba unos diez años, emprendió una trilogía, con el nombre genérico de “La vie paysane”, compuesta de “L’approche” (2001), “Le quotidien” (2005) y este “La vie moderne” (2008), que ayer presentaron él y su mujer, Claudine Nougaret, productora y responsable del sonido directo, en la Filmoteca.
No fue nada fácil convencer a una televisión para hacer la película, que no veían en absoluto atractiva. Claudine Nougaret explicó que lo logró escribiendo, como una espectadora más, para ver al director de France 2 y decirle que quería ver en la cadena una película como esa…
El planteamiento que se hicieron consistía en acudir varias veces a ver a diversos campesinos de la “Media montaña”, con tierras que al no ser de la alta montaña, como los Alpes, no podían alternar sus ingresos de la agricultura y ganadería con los del turismo y que, al no estar sus tierras en una planicie, sino en un terreno ondulado, eran mucho más difíciles de cultivar y poco rentables, cuestión que, con la falta de ayudas para las inversiones, había ido endeudándolos y expulsándolos a otras zonas en busca de un porvenir mejor.
Fue ganándose la confianza de los agricultores supervivientes, que acabaron invitándole a tomar un café o un vino a sus cocinas y, con el tiempo, dejándose filmar.
Como señaló Esteve Riambau, Depardon les entrevista en sus cocinas y él siempre se sitúa a su mismo nivel, sino a un nivel inferior. No resulta, en cualquier caso, un retrato complaciente, sino más bien desolador: Los mejores se han ido y quedan los que no han sabido sino continuar haciendo lo que veían hacer a sus padres, en unas condiciones cada vez más penosas.
Ese retrato de tanto campesino ya viejo, soltero, viviendo con un trabajo durísimo en la más absoluta soledad, esos intentos regeneradores de generaciones más jóvenes, fracasados por razones económicas, sentó fatal y obtuvieron el rechazo de muchos. Depardon recuerda el titular que escribió un periodista: “Depardon ha filmado a desdentados”. Recordó, a este respecto, la imagen que ofrecían sus protagonistas de un establecimiento psiquiátrico que había filmado en una película anterior, y la petición que previamente le dirigió Basaglia cuando lo visitaron: “Hazles fotos, porque dentro de un tiempo la gente no te creería”. Se trata además, de una realidad que le combatieron, tildándolo, como los sindicatos de los grandes propietarios agrarios, de mentiroso: acudieron a una proyección y le decían que ya no existían explotaciones y casos así, porque están contra la pequeña agricultura que muestra la película.
El ciclo Depardon, con unas películas tan buenas como sus famosas fotografías, sigue en la Filmoteca, aunque ya desgraciadamente sin su presencia para poder comentar lo que hay detrás y alrededor de lo filmado.
En una granja aislada, una familia joven intenta tirar hacia adelante, pero tienen muy pocos recursos.
El viejo, triste y solitario propietario de origen protestante, viendo en su cocina, por televisión, el entierro del Abad Pierre.
El viejo campesino contempla impotente la vaca que crio con tanta paciencia, sentada en medio del establo, enferma.
Uno de los viejos de la segunda granja sube a una colina mientras Depardon deja la zona con su camioneta.
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