viernes, 2 de febrero de 2024

Locarno Confidential




En agosto de 2011, gracias a la Federación Catalana de Cineclubs, tuve la suerte de participar como jurado en un premio menor del Festival de Cine de Locarno.
Esa, lo tengo claro, ha sido la razón de tragarme “Locarno Confidential” (Chris Guidotti, 2022; TV5Monde), pese a tratarse de un compilatorio de reportajes televisivos antiguos y estar las escenas del presente filmadas como si de un reportaje de telenoticias se tratase, con el típico corresponsal (en este caso Lorenzo Buccella) enviado a la ciudad suiza.
Cierto que al final acaba cansando por casi solo recalcar esta cosa tan banal y repetida asociada a los festivales, pero antes me ha permitido saber detalles de la historia de este festival siempre caracterizado por haber dado a conocer a nuevos y luego importantes directores de cine.
Lorenzo Buccella hace su papel de conductor de la cosa, inicialmente, desde las desconchadas y vacías salas del Gran Albergo, el que fuera en su origen la sede del festival, cuando estuve aún señalado como el mastodonte, lujoso y aparatoso hotel cerrado poco antes, a la espera de una resurrección… que nunca llegó.
Por “Locarno Confidential” me entero de que por el festival pasaron, a veces sin pena ni gloria, muchos de los icónicos films del neorrealismo italiano, pero también “Le beau Serge” (Chabrol) o el mismo Godard con su “Bande à part”, Bellocchio con “I pugni in tasca”, el primer Milos Forman, muchos nuevos cineastas posteriores o, por ejemplo, cine del Este comunista, lo que se ve organizó una buena hecatombe política interna.
La fotografía que he encontrado documenta uno de los reportajes incluidos que merecen verse: el de la llegada de Marlene Dietrich con Joseph Von Sternberg.
De la parte más moderna, con documentos grabados mucho más anodinos en forma y contenido, quizás destacaría dos cosas: el libro de fotocopias que consiguió el festival como todo trofeo de JLGodard cuando le dieron un premio honorífico y lo bien que se había preparado Àgnes Varda su discurso y golpe de efecto para meterse al público de la Piazza Grande en su bolsillo.
También se habla largo y tendido, claro, de esa Piazza Grande, utilizada por primera vez como cine al aire libre en las noches de 1971, tras el diseño establecido por un arquitecto local, y de su progresivo aumento de capacidad (2500, 4000,…10000 espectadores).
Quien haya estado alguna noche viendo ahí una película -si es buena, mejor, pero si es mala también, porque te puedes dedicar a mirar a los otros espectadores, ir un momento a tomar un tentempié y volver, captar, en definitiva, su ambiente irrepetible-, seguro que no la ha olvidado.



 

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