lunes, 19 de febrero de 2024

La golondrina cautiva

En el club de oficiales Victoriano.

En el escenario del teatro, con el (no) vestido de encaje.

Enamorada del zangolotino.

Un muy completo conjunto de atractivos y sorprendentes elementos contiene “La golondrina cautiva” (Detlef Sierk -nuestro posterior Douglas Sirk-, 1937; en Filmin). Enumero unos cuantos:
Melodrama con números musicales y diversas canciones para los que gusten del género, en ese palo colabora a la curiosidad, ya que mezcla el vodevil con alguna canción a lo Kurt Weil, cantada en alemán… en un infecto teatro de Sidney.
Producción alemana que habla de un sinvergonzón dandy británico por el que, por muy inconcebible que resulte al verlo, se pierden todas las señoras, su acción se reparte entre Inglaterra y Nueva Gales del Sur, por 1847.
Ella, Zarah Leander, con peinado parecido al de la Marlene Dietrich o Greta Garbo de la época, cantando en un teatro de varietés con un escandaloso (no)vestido de encaje, pasa a estar entre rejas (como preconiza con un movimiento de cámara una escena previa de juicio) para ir como presidaria deportada y casi pinta de virgen mártir a un internado/campo de trabajo que ríete tu de los de las monjas franquistas.
En la trama, y posiblemente así pasó en la realidad, dada la falta de mujeres en Australia, las presas podían salir del presidio… si se casaban. Motivo más que suficiente para que se organice un flamante mercado de mujeres.
Más cambios: de film victoriano pasamos a un ambiente de western, como de las rejas (que siguen rodeando a la protagonista) pasamos a un mundo de sombras.
Y, por si fuera poco, en este especial western al que hemos ido a caer, nos encontramos hasta con un cura barbero que da preferencia al alma antes que al cuerpo.
A ver quién da más, cuando poco se esperaba personalmente exaltante.

Ya en el penal de Nueva Gales del Sur, la interna número 218.

Y hacen trabajos forzados. Prefieren, eso sí, hacer cestas de mimbre a trabajar en las máquinas, unos vetustos y agotadores telares.

Duermen encadenadas, no vaya a ser.

Y ahí entramos en el western.

Con Sidney a modo de pueblo del Oeste.
 

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