miércoles, 14 de junio de 2023

Regreso a Itaca


El escenario de la larga velada.

Frente al Malecón de La Habana.

Ayer, en la Filmoteca, la presencia de Leonardo Padura en profunda y absoluta clave cubana. Venía a presentar “Regreso a Itaca” (Laurent Cantet, 2015), basada en una historia suya y para la que ejerció además de co-guionista.
Entre la presentación y el coloquio final, él y su mujer y colaboradora, Lucia López Coll, dieron cuenta de cómo se llegó a ésta película, muy atípica para el cine francés. Tras varias vueltas, comentó Padura, se dio con un productor que, aunque con poco dinero, quería hacer la película, basada en su “La novela de mi vida” (2001): un escritor regresa a Cuba tras muchos años de exilio. Le reciben, en un terrado, sus antiguos amigos cubanos, con los que empieza a rememorar su pasado, las circunstancias de su marcha del país, la situación política y social de Cuba.
Requisitos de partida: único escenario y unidad de tiempo. Padura reconoce haberla pensado como los 18 rounds de un combate. Se iba a presentar en el Festival de La Havana y, superando la amargura y rabia con la que se contempla el “periodo especial” la tolerancia aperturista temporal del régimen, es censurada, lo que suscitó un gran debate. Finalmente, el régimen cubano dejó que se pasara un par de días en el Festival de cine francés en La Habana, en una enorme sala de cine, abarrotada. Como otra cosa no, pero la piratería reina en el país, todos los numerosos espectadores de esas sesiones ya la habían visto clandestinamente.
Se trata de una historia muy cubana -terminó Padura su presentación-, pero con la necesaria contención de Cantet. Una contención que se agradece para no caer en esa (imposible) catarsis de unos personajes que han visto primero sus ilusiones y luego sus vidas enteras rotas, hasta hacerla insoportable.
Viéndola ayer, uno se pregunta cómo Padura tiene agallas para seguir viviendo en la isla la mayor parte del año. En el coloquio nos explicó su secreto, en forma de salvoconducto que -comentó- lo hace invulnerable a las posibles puyas gubernamentales. Le puso un nombre: Editorial Tusquets, en la que desde 2001 publica todos sus libros, haciendo llegar su fama a todo el mundo.
Ante una pregunta de un espectador que, aún consciente de muchas barbaridades cometidas en Cuba, veladamente planteaba si no se estaría haciendo el juego a las injusticias que también hay en nuestras sociedades neoliberales, Padura no escondió este tipo de crítica, aunque se mostró prudente como, en el fondo, inmigrante, pero remató su intervención con una frase: “En mi literatura puede haber verdades discutibles sobre Cuba, pero ninguna mentira.




 

No hay comentarios:

Publicar un comentario