Las páginas sobre su experiencia cinéfila y formativa total son las que más me están atrayendo de mastodóntico (voy por la página 230 de 1300) “Tótem sin tabú” de Carlos Benpar (en una edición impecable, que pese a su peso da gusto leer, de Espurna, Nec & Otium, 2023).
Traigo aquí, recortados, unos párrafos de las páginas 216 y 217, sobre la experiencia formativa cineclubista. El autor ya me avisó de que habrán bastantes:
“Eran los años que no teníamos suficiente con el fórum que seguía a la proyección de cineclub y lo prolongábamos a la intemperie, hiciera el tiempo que hiciera. ¡Cuántas veces he acompañado a un amigo hasta su casa a las tantas de la noche para hablar y hablar del elegante movimiento de cámara en el último plano de ‘La emperatriz Yang Kwei Fei de Mizoguchi, que entrega a la muerte al emperador porque su vida ya no tiene sentido sin la emperatriz! (…). O el encuadre fijo final de ‘El tercer hombre’ con la novia de Harry Line avanzando hacia el amigo… y ‘pasando’ de él, en un largo plano sin contraplano. O el arranque de ‘Sed de mal’ (…). Luego llegábamos al portal de su casa y como nuestro particular coloquio estaba en su máximo apogeo, cambiábamos de dirección y era él quien me acompañaba a mi domicilio, cambiando de tema; pasando de Antonioni a Minnelli o de Ophuls a Bergman, porque todos cabían en nuestro frenesí devorador”.
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