lunes, 19 de agosto de 2019

Péril en la demeure

El matrimonio examina al posible profesor de guitarra de su atractiva hija.
Siento una cierta debilidad por los films de un realizador denostado por los de los Cahiers du Cinéma, Michel Deville, y “Péril en la demeure” (1985), que pasó anoche por TV5Monde, recuerdo que fue uno de los que alimentaron esa debilidad.
Las razones (de lo mío, quizás también de lo de los Cahiers) pueden encontrarse fácilmente en el dinámico inicio de la película. En pocos minutos ya tenemos el primer encuentro entre la pareja adúltera (Richard Bohringer y Nicole Garcia), bajo los acordes en el tocadiscos del loft de una música de piano, ante la aparente pasividad del marido de ella (Michel Piccoli), o la sorprendente conversación sobre el color del vello púbico con la misteriosa vecina coja.
Si me atraen las películas de Deville es en razón combinada -y ésta puede servir de ejemplo- tanto de sus tramas argumentales como por por su tipo de realización y montaje, siempre en busca de vivacidad.
Sus tramas suelen contener historias románticas bañadas de suspense o situaciones típicas del género policiaco. Con diálogos y escenas que casi pueden resultar paródicas.
En cuanto al aspecto visual de las películas, lo que para mí más destaca son sus movimientos de cámara y cambios de plano rápidos, servidos por un montaje que busca sorprender y acelerar. Los films de Deville, y todo el principio de éste puede demostrarlo, rebosan de transiciones inesperadas, apuntes finales de secuencia sorprendentes, como aquí todas esas miradas a una figura que está allá lejos, detrás de una ventana, también observando.
Por otra parte, en “Péril en la demeure”, el que el protagonista sea un músico permite acercarnos con naturalidad (aquí casi siempre de una forma diegética) hacia un tipo de música clásica vivaz, casi juguetona (aquí Brahms, Granados y Schubert), siempre muy utilizada por Deville.
No sé. Quizás llegue a cansar que en ella todo sea artificio, que todo se vea colocado en su sitio para lograr esos efectos de los que hablo, y que quitado eso deje sin fondo alguno a personajes e historia. A ver si la veo de nuevo hoy para sacar una idea clara, porque anoche, pasada la ilusión de sus juegos eróticos y de acabado iniciales, entré en un cierto sopor que no sé si fue producido porque la película ya no sabía cómo desarrollar lo planteado o por haberla visto en una hora ya demasiado tardía, con el cansancio de todo el día encima.
Y la madre de la futura alumna acude acto seguido al loft del futuro profesor. Bueno: ésta de la imagen es la segunda visita, tras una inicial ya prometedora.

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